El Ischia Film Festival de este año de 2018, en su
decimoquinta edición, se cierra el 7 de julio. Tiene lugar en el Castillo Aragonés de la Isla. Es una
competición internacional al aire libre en aquel excepcional escenario a la que
se presentan películas, cortos y documentales. Uno de estos, Un cine en concreto (con título en español)
lo ha presentado Luz Ruciello y cuenta esta historia de la que ha sido testigo
durante nueve años.
Omar J. Borcard, albañil argentino, construyó, domingo tras domingo, a lo
largo de nueve años, un cine para los niños que nunca habían visto una imagen
en pantalla grande. Lo llamó, recordando aquel entrañable film de Giuseppe
Tornatore, Cine “Paradiso”.
Compró a un cura un proyector Gaumont del año 28, que algún tiempo más
tarde pudo cambiar por otro más moderno. Y pudo ser feliz sabiendo que muchos
niños de Villa Elisa acudían a ver, a gozar, a reír algo que nunca habían
conocido.
Trabajando ocho horas cada domingo y buscando, como de limosna, medios para seguir adelante en su empeño, consiguió la
gratísima meta.
El terreno en el que lo había construido no era del todo suyo. Era de la
familia. Y la familia le hizo deshacer
lo hecho, tabla a tabla, ladrillo a
ladrillo, ilusión a ilusión. Quería disponer de él.
Nuestras vidas (¡y las de los demás!) están rodeadas o habitadas por
situaciones, personas, vacíos, ilusiones, sueños, proyectos… que podrían ser
nonadas, fruslerías, tonterías… pero también deseo de embellecer el mundo,
enriquecer el propio espíritu y el de los demás, mejorar la situación de
personas o familias, abrir el horizonte, propio y de los nuestros o de los que
no son nuestros… Y la vagancia, la cobardía, el temor a una crítica, la
desconfianza en nosotros mismos y en los demás paralizan nuestros pies, atan
nuestras manos, aguan nuestra fantasía y dejan que nuestro espíritu siga
amenazado de raquitismo.
Vivimos en un mundo en el que (¡menos mal!) nos asombra la infinidad de
obras grandes, construcciones maravillosas, acciones nobles con sus
consecuencias, servicios generosos, regalos mágicos, historias sublimes…
¿Pensamos que fuente de todo ello ha sido un corazón grande, generoso, osado,
decidido, abierto, lleno de amor? Tuve ocasión de escuchar el consejo que
un padre le daba a su hijo. “¡Tú a lo tuyo! ‘Lo de los demás no te importa!”.
¿Cómo sería el mundo si todos los que nos han dejado esta herencia sublime
hubiesen recibido, hecho norma y seguido ese consejo?
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