Esto se acaba. Me refiero, claro está, al Universo. Siempre creí
que Universo era igual a algo que tiende a la unidad. Pues no,
queridos. Ya sabéis que desde que Friedman, Lemaître, Hubble… Gamow (que dijo
lo del big bang), desde hace casi un
siglo los primeros y hace más de treinta años el último, se sabe que esto se
acaba al dispersarse tanto que desaparecerá. Que la energía primordial se va
reduciendo desde hace 17.300 millones de años, que es la edad que los
estudiosos dan a la materia. Dicen, por
ejemplo, que hace dos mil millones de años (la sexta parte de su vida: más o
menos, no vamos a discutir por medio millón de años) la energía era ya la mitad
de la primigenia, así que hoy… ¡Qué cosas!
Por eso hay que darse prisa. Me refiero, naturalmente, a la
pérdida de energía que en nuestra vida (ese precioso don de que gozamos en
medio de tanta grandeza) debe desplegarse.
Hay otras teorías sobre el fin de la energía a las que dan
nombre en Inglés, que es monosilábico y, por tanto, más contundente. ¡Y tanto!:
Big Crunch, Big Rip…gran Colapso, gran Desgarrón.
Simón Driver, de la Universidad Occidental de Australia, decía
hace unas semanas en la Asamblea General
de la Unión Astronómica Internacional en Hawaii que faltan todavía cien mil
millones de años para que el universo “se convierta en un lugar oscuro, frío y sin estrellas que brillen…”.
El Sol no ama. La Tierra no ama. La Materia no ama. Yo sí amo.
Vivo entre seres que pueden amar, que sin duda quieren amar pero no les dejan,
que seguramente aman pero lo hacen mal, porque confunden amar con recibir,
esperan recibir, esperan que los quieran, pero no se fían, no hacen ejercicio
de amor, no empiezan ellos a amar a fondo perdido, no han asistido a ninguna
clase de amor, no han escuchado al único Maestro del Amor, Amante verdadero,
porque él mismo es Amor: Cristo. Ungido de Amor por Amor y para Amar dando la
Vida.
¿Conoces a alguien con un colapso de amor, con un desgarrón de
amor? Evítalo tú. Entrégate. ¡Ama! ¡De verdad! ¡Como nos ama la Verdad!