En 1815, hace dos siglos, se celebró por primera vez, el 24
de Mayo, la fiesta litúrgica de María Auxiliadora. Así lo había dispuesto el
Papa Pío VII al ser liberado, el 24 de Mayo del año anterior, de la prisión y
destierro impuestos por Napoleón Bonaparte.
Tres meses más tarde, el 16 de Agosto de aquel mismo año,
nació en I Becchi, cerca de Castelnuovo de Asti (Monferrato, Italia), Juanito
Bosco Occhiena.
Y hace 150 años, el 27 de Abril de 1865, se puso la
primera piedra de la Basílica de María Auxiliadora de Valdocco, Turín.
Los que
seguimos esa brillante estela estamos de nobles e históricos centenarios y
centenarios y medio y nos movemos en el amado aroma de la Madre y de su más
decidido Paladín.
La piedra
angular de la futura iglesia de María Auxiliadora fue bendecida por el obispo
de Susa, Mons. Giovanni Antonio Odone, y colocada, como ya sabemos, con la
presidencia oficial del Duque Amadeo de Aosta, hijo del rey Vittorio Emanuele
II. Allí estaban también (a Don Bosco le gustaba que todos conociesen su obra,
porque necesitaba la ayuda de todos) el gobernador, el alcalde y otras insignes
y numerosas personalidades. Y la amada y alegre marea de sus hijos, salesianos
y jóvenes, devotos de la Virgen, bienhechores y el pueblo turinés.
Don Bosco
dio a conocer el hecho al gran público con un folletito conmemorativo y
organizó una grandiosa lotería.
Los
trabajos de construcción, confiados a la empresa del capataz Carlo Buzzetti, se
habían comenzado casi dos años antes, en otoño de 1863. Una vez concluida la
excavación, en abril de 1864, Don Bosco dijo a Buzzetti: “Quiero darte en
seguida un adelanto para los grandes trabajos”. Y al decir esto sacó su
portamonedas, lo abrió y dejó caer en las manos de Buzzetti su contenido: ocho
monedas, ni siquiera media lira. “¡Tranquilo! La Virgen proveerá el dinero
necesario para su iglesia”.
Veinte
años antes, cuando Don Bosco soñaba despierto con llevar su Oratorio incipiente
a todo el mundo, soñó, durmiendo, que la Virgen María se le presentaba como una
Pastorcita y le invitaba a mirar hacia el Sur. “Miré – escribía Don Bosco
- y vi un campo sembrado de hortalizas. - Mira otra vez – me dijo. Miré
una vez más y vi una magnífica iglesia, muy grande. En su interior había una gran
cinta blanca sobre la que estaban escritas, con grandes caracteres, estas
palabras: «HIC DOMUS MEA, INDE GLORIA MEA» («Esta es mi casa, de aquí
saldrá mi gloria»)”.
“En este
Bicentenario del nacimiento de Don Bosco y de la institución de la fiesta
litúrgica de María Auxiliadora es justo hacer memoria de la “Gloria” que María
Auxiliadora ha manifestado desde su casa. Especialmente hoy María quiere que de
esta su casa, su Gloria llegue hasta nuestras casas, renovando la vida de las
familias según el diseño de Dios”.
Así se
expresa don Pierluigi Cameroni, Postulador General de las Causas de los Santos
de la Familia Salesiana y Consiliario mundial de las Asociaciones de María
Auxiliadora.
“En esta
perspectiva – continúa don Pierluigi - se sitúa la celebración del VII Congreso
Internacional de María Auxiliadora, acontecimiento de toda la Familia
Salesiana, que se celebrará en Turín y en el Colle don Bosco del 6 al 9 de
agosto de 2015”.
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