Suvir Mirchandani, de origen indio y de 14 años, demostró en una
competición de ciencias de su escuela secundaria, que el Gobierno
estadounidense podía ahorrar 370 millones de dólares al año si dejaba de usar
el tipo de letra Times New Roman y
adoptaba la Garamond. Se trataba de
cuidar el ambiente disminuyendo el consumo de papel y tinta (“… que es el doble
de cara que el perfume francés”, dijo Suvir).
Estudió la frecuencia de los caracteres más repetidos a, e, o, t y r de los tipos Times New
Roman, Garamond, Century Gothic y Comic
Sans y comprobó que su distrito escolar podía ahorrar 21.000 dólares anualmente.
Envió su cálculo a una publicación de investigadores jóvenes ampliándolo a los
ámbitos federal y estatal con un ahorro anual de los 370 millones ya apuntados.
Los tipos sans serif (sin
serifa, sin adorno, sin “gracias”, sin “cuento”…) usada en Inglaterra desde
el siglo XIX, prescindía de adornos en sus extremos. Pero, además, presentaba
un aire de sobriedad, claridad, seguridad y alegría que facilitaba tanto la
escritura como su lectura. Y se ajustaba mejor a la impresión de carácter
comercial.
La letra sans serif (sin
serifas, sin ribetes, sin gasto superfluo) puede ser, a su
vez, de contraste, geométrica, grotesca,
humanista, informal, híbrida, de terminación redonda, Bauhaus y ajustada.
Pero lo importante para nuestro objetivo son estas otras dos
cosas. Que cuando un muchacho, una persona, tiene una mente creativa, inquieta,
trabajadora, fértil descubre mundos nuevos que están escondidos para los que se
alimentan de rutina, de indolencia, de dependencia y de vagancia.
Y que cuando el
sentido de economía (que es “gobierno de la casa”, ¡de todo en la casa!) en la
propia vida preside las intenciones, deseos, planteamientos, programas y
ejecuciones desaparecen todas las formas de dispendio, despilfarro,
derroche y ostentación que nos hacen más parecidos a los pavos reales o a los
urogallos que a personas equilibradas. ¡Cuántas “serifas” habrán sisado lo esencial del patrimonio personal y
familiar! ¡Cuántas falsas y cacareadas crisis de personas, familias,
sociedades, empresas y organizaciones habrán nacido de las innumerables y a
veces disparatadas serifas con las
que han falseado y pavoneado sus actos!
¿Y las veces que hemos dado unas perrillas al niño “para gastar”, educándole a que llene su vida de serifas?
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