Wilferd Arlan Peterson (1900-1995) fue un trabajador
de la pluma en artículos, secciones periodísticas y libros. Estaba casado con
Ruth Irene Rector Peterson y decía de ella que era la inspiración de su
trabajo: “Mientras él escribía sobre el arte de vivir, ella lo vivía”.
Vale la pena, sin más comentarios, en esta fecha,
reproducir el “decálogo“ del matrimonio feliz que proponía:
«La felicidad en el
matrimonio no es algo que simplemente sucede: un buen matrimonio debe crearse.
En el Arte del Matrimonio las pequeñas cosas son
las grandes cosas; nunca se es tan viejo como para no tomarse de las manos.
Hay que recordar decir «te amo» al menos una vez al día y nunca irse a dormir enfadados.
Nunca hay que hablar al otro sólo por ser condescendiente; el cortejo no debe terminar con la luna de miel, debe continuar a
través de los años.
El Arte del Matrimonio es tener un sentido mutuo de valores y objetivos comunes, es ponerse
en pie juntos enfrentándose al mundo.
Es formar un círculo de amor que se alimenta en toda la
familia.
Es hacer cosas para el otro, no en actitud de servicio o
sacrificio, sino en espíritu de gozo.
Es hablar con palabras de aprecio y demostrar gratitud de
manera considerada.
No se busca la perfección en sí, el Arte del Matrimonio es
cultivar la flexibilidad, la paciencia, la comprensión y
el sentido del humor.
Es tener la capacidad de perdonar y
de olvidar.
Es dar al otro una atmósfera en la que cada uno pueda crecer.
Es encontrar espacio para las cosas del espíritu, en una búsqueda común del bien y
la belleza.
Es establecer una relación en la cual la independencia sea
igual para el uno y para el otro, la dependencia mutua y las obligaciones
recíprocas.
No es sólo casarse con la pareja perfecta, es ser la pareja perfecta.
Es descubrir lo que el matrimonio puede ser en su mejor
momento».
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