miércoles, 19 de enero de 2011

¿Serán las hormigas nuestras maestras?


Jean-Henri Casimir Fabre (1823 -1915) fue un entomólogo francés. La pobreza de su familia no le impidió entregarse al estudio de los insectos hasta el punto de que se le considera “padre” de la entomología. Hasta Charles Darwin se inspiró en él para redactar sus últimos escritos. Fabre, audidacta, estudió paciente y apasionadamente  el comportamiento de los insectos. ¡Cuánto habría dado por conocer a la linepithema humile, una hormiga argentina, emigrante, llegada a Europa precisamente cuando él completaba su investigación y su vida!
Mide esa hormiga de 1,6 a 3,2 mm. De ahí su nombre: humilde. Y hoy forma la mayor colonia del mundo con millones de hormigueros a lo largo de 6.000 km que bordean las costas mediterráneas desde Génova hasta Galicia. ¡El poder de la inmigración en un siglo!
En su patria de origen las obreras de un hormiguero son muy agresivas con las de otros. Se tiran al cuello y llegan a acabar con la vecina casi siempre. Lo que Fabre no pudo hacer lo logró Laurent Keller, ecólogo suizo, hacia el año 2002 y encontró que entre las hormigas europeas por adopción no hay rechazo. Probó a “provocarlas” de dos en dos, tomadas de las costas italianas, francesas, españolas y portuguesas y nada. Se comportaban como hermanas o, al menos, como primas que se llevan bien. 

No van a ser las hormigas maestras nuestras. Pero algo pueden decirnos a nosotros que somos inteligentes, hombres de paz, demócratas (¿qué será eso?), tolerantes, maduros, comprensivos, acogedores, condescendientes… hasta que un “quítame allá esas pajas”  enciende en forma de tea ardiente el hervor de nuestra indignación.

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