lunes, 14 de marzo de 2011

Caminar, caminar...


Acabo de contemplar una viñeta inteligente, sorprendente: presenta a un hombre en una silla de ruedas tirada por un perro casero. ¿A dónde lo lleva? ¡A ningún sitio! El perro patalea en una cinta de correr.
Puede parecer extraño que los santos toquen temas que parecen propios de una clínica de rejuvenecimiento. Pero, no. Los santos vivían la realidad de la vida en la cercanía a los hombres y de ellos tuvieron siempre cuidado y atendieron santamente a su salud. Don Bosco, un santo que “lo hizo todo con lógica”, como dijo una vez un buen conocedor suyo, escribía a este propósito: 
El movimiento es lo que más aprovecha para la salud. Tengo realmente motivos para reconocer que viene de esto. Siendo yo seminarista, y en los primeros años de mi sacerdocio, siempre andaba delicado; después me moví mucho y me puse de nuevo bueno. Recuerdo todavía que una vez anduve con don Francisco Giacomelli más de veinte millas piamontesas en un día. Salimos de San Genesio para hacer unos recados en Turín y volver después a Avigliana. Otras veces salía de Turín e iba a I Becchi en seis horas y hacía a pie las doce millas sin casi parar un instante. Aún ahora, cuando me siento muy cansado y oprimido, salgo, voy a ver a algún enfermo hasta el Po o hasta Puerta Nueva y no tomo ningún vehículo, de no ser necesario por la importancia de un trabajo, las prisas o el peligro de faltar a una cita. Yo soy del parecer de que una causa, y no indiferente, de la falta de salud en nuestros días procede de que no se hace el movimiento que antaño se hacía. La comodidad del ómnibus, del coche, del ferrocarril quita muchísimas ocasiones de dar paseos, aun breves, mientras hace cincuenta años se tenía por paseo el ir de Turín a Lanzo a pie. Me parece que el movimiento del ferrocarril y de los coches no le basta al hombre para encontrarse bien. Aprovecha, por ejemplo, excitar el sudor en los pies y este efecto no se obtiene estando sentados; además, el movimiento que parte del pie, esa pequeña sacudida que se da al cuerpo al golpear el suelo con los pies, me parece que excita todo el cuerpo y le da vigor.
El ejercicio físico es un consejo que todos los médicos, o casi todos, dan para arreglar cualquier mal del cuerpo o casi todos. Pero es que con ese ejercicio del cuerpo y sus consecuencias valiosas vienen otros ejercicios no menos necesarios y beneficiosos: de la mente, de la voluntad, de la capacidad de observar la Naturaleza y gozar con ella, de ejercitar cuando es posible el compañerismo y la solidaridad.

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