El canadiense Robert Pim Butchart
(1856-1943), dedicado a la industria familiar y después a la química, se casó en
1884 con Jennie Foster Kennedy, viajera
y soñadora. En su viaje de novios a Inglaterra aprendió allí el proceso de
fabricación del cemento Portland, inventado por Joseph Aspdin unos años antes.
Y lo llevó a Canadá. Con su hermano David y en la isla de Vancouver trabajó en
ello a partir de 1902, introduciendo modos de hacer y envasar (sacos en vez de
barriles, por ejemplo) que se mantienen hoy.
La soñadora Jennie pensó que podía disimular
la aridez del creciente foso que iba dejando la extracción de la piedra caliza
con unos arbustos y arriates con flores. Y lo hizo de modo que en 1921 se
completó la conversión de la cantera, ya abandonada como tal, en un jardín de
22 hectáreas de árboles, plantas y flores, con la casa familiar “Benvenuto”, en
la que ofrecía una taza de te a los visitantes (en 1915 las tazas fueron
18.000).
Hoy su tataranieto Bernabé Butchart Clarke,
secundado por 240 empleados (50 jardineros) atiende a los millones de turistas
que visitan al año el precioso conjunto y todos sus elementos: el jardín japonés
(el primero, ¡el de Jennie!), el jardín hundido, el de los rosales (250
variedades), el mediterráneo y el italiano; con 5.000 variedades de árboles,
arbustos y otras plantas que se renuevan cada año en cantidades impensables.
¡A la obra! ¿A qué
obra? A la de nuestra vida. La de Jennie se volcó en llenar su mundo, abierto a
todos, de belleza. Pero su entrega supuso imaginación, decisión, valentía,
constancia, ilusión, generosidad. Todos nosotros hemos recibido un “talento”
del que al final daremos cuentas. ¿En qué lo estamos negociando? ¿En descansar,
en pedir, en exigir, en atacar, en criticar? A lo peor de ahí no sacamos nada
en limpio. Salvo la disculpa, inútil para la empresa que se nos ha encomendado,
de que también se construye juzgando y condenando.
Y además, y sobre todo: ¿De verdad que estoy
seguro de que voy dejando como rastro de mi personalidad el buen olor de la
bondad, de la acogida, de la humildad, de la paciencia, de la magnanimidad, de
la generosidad, del aprecio sincero, de la ayuda gratuita, de la entrega de mí
mismo?