jueves, 4 de abril de 2013

Pasos.



Un buen amigo mío (y muchas cosas más) me está regalando estos días de Semana Santa las imágenes de las procesiones de su ciudad. Las veo, las miro y las vuelvo a mirar porque alimentan en mí los sentimientos que una procesión intenta despertar.
Repaso ahora y aquí esos sentimientos con una reflexión, común a todos los creyentes, porque comunicarse sentimientos y convicciones me parece que es una forma profunda de amar.    
Las imágenes que he tenido ocasión de contemplar (las imágenes religiosas se contemplan: si no se hace eso es inútil mirarlas) me resultan bellas a pesar de la dureza del dolor que vierten. La belleza y la hondura del dolor sólo la entiende quien ha sufrido porque ha amado. Un Cristo que espera la sentencia de muerte; o clavado en la cruz y entregando la vida; o muerto ya en ella, porque puso ya en las manos de su Padre lo que le quedaba, su Espíritu, es un tesoro de amor, de generosidad, de fortaleza, de fidelidad, de sabiduría, la más profunda sabiduría.
Alrededor de la imagen veo a personas de toda edad y condición en una actitud de limpio dolor y de adhesión sincera.
No dan la impresión de que haya en su presencia o en sus actitudes o en sus miradas nada de ficción teatral como pudiera hacer pensar el sayo que llevan. Están ahí porque necesitan sentirse solidarios con el dolor de Jesús, manifestarse con sencillez como amigos suyos, formar un grupo de personas que alimentan el sentido de pertenencia a un corriente viva y secular de fe.
La numerosa participación de adolescentes y jóvenes me hace gozar porque pienso que la urdimbre familiar en la que tejen su fe es sana, antigua, pertinaz, celosa. Y esto especialmente, cuando contemplamos el mundo en que se levantan tantos castillos de humo, alienta la esperanza de un futuro en el que el que es la Vida seguirá sosteniendo y orientando el camino de los creyentes.
¡Ojala los padres y los abuelos nutran con sabiduría y fortaleza el corazón y la cabeza de sus hijos y nietos! Harán de ellos personas juiciosas y conscientes que lleguen al final con un espíritu que entreguen felizmente al Padre.  

sábado, 30 de marzo de 2013

El Rector Mayor y su Vicario con el Papa.



Ayer por la tarde, 21 de marzo, el Rector Mayor, Don Pascual Chávez, y su Vicario, don Adriano Bregolin, fueron recibidos por el Papa Francisco en el Vaticano, en un encuentro marcado por una gran familiaridad. El Papa acogió con espontaneidad una carta y los regalos de Don Chávez y don Bregolin mostrándose disponible a visitar Turín en el 2015.
"Fue una reunión breve: 15 minutos, pero de gran intensidad, donde hemos entregado al Santo Padre la carta que había escrito con motivo de la inauguración de su pontificado y la estatua de María Auxiliadora, quien de inmediato besó", dice el Rector Mayor.
"Todo lo que hemos visto y vivido desde su primera presentación en la Plaza de San Pedro, la noche inolvidable de su elección, lo hemos revivido y experimentado en primera mano esta noche: su atrayente simpatía, la gran sencillez, la cordialidad y la capacidad de escucha y de relación. Me reconoció y el abrazo con el que me recibió me hizo sentir su gran paternidad".
 
La humanidad del Papa se muestra también en la atención especial a la persona de Don Chávez. "Me preguntó por mi salud, porque él sabía que yo no estaba bien. También pidió información sobre el final de mi mandato como Rector Mayor. Le dije que, gracias a Dios, había recuperado la salud hasta el punto de ser capaz de continuar mi servicio y que en un año habré terminado mi mandato como Superior". 
Durante la conversación no faltaron las referencias a la cercanía del Papa Francisco con la espiritualidad y con la obra salesiana: "Juntos - reanuda Don Chávez - recordamos algunos eventos: cuando en Aparecida pide que la beatificación de Ceferino Namuncurá no tenga lugar en Buenos Aires, sino en Chimpay, motivando su petición con la explicación: "en la Patagonia, los salesianos han hecho todo", su pasado como estudiante del Colegio Salesiano de Ramos Mejía; y su devoción a María Auxiliadora, que expresaba asistiendo a su santuario, en Almagro, cada 24 del mes para celebrar la Eucaristía; él recordó que en ese santuario fue bautizado, por un salesiano, don Enrico Pozzoli; y también hablamos de su afiliación al Club de Fútbol San Lorenzo, del cual conserva el primer carnet deportivo".

El Rector Mayor y don Bregolin también han realizado algunas invitaciones al Papa Francisco, quien las acogió con extrema disponibilidad: "en la presentación con el Director de la Comunidad en el Vaticano, don Sergio Pellini, lo invitamos a visitar la tipografía y la comunidad y dijo que lo haría. También he renovado la invitación de venir a Turín el 24 de mayo de 2015, para la fiesta de María Auxiliadora, con motivo del bicentenario del nacimiento de Don Bosco. Su respuesta deja espacio para la esperanza: ‘¿Por qué no?’. Por último, don Adriano Bregolin le pidió mantener la estatua de María Auxiliadora en su estudio como Auxiliadora y Madre de la Iglesia, y de nuevo dijo: 'Lo haré".
El Rector Mayor y su Vicario se despidieron del Papa agradeciéndole por la oportunidad concedida para saludarlo personalmente y renovando la oración y la cercanía de toda la Familia Salesiana y, en particular de la Congregación.

lunes, 25 de marzo de 2013

El Papa, Francisco.



No hay mejor voz que la del Rector Mayor de los salesianos para saludar y ofrecerse al Papa (antiguo alumno salesiano) como hace en esta carta que le dirigió el pasado día 19.


Beatísimo Padre,
Me presento a Usted, a través de esta carta, para manifestarle, de parte de la Congregación y de toda la Familia Salesiana, los sentimientos de consideración y de enhorabuena por su nombramiento como Obispo de Roma y Sumo Pontífice. Le escribo en el día de la solemne inauguración de su Pontificado, que le deseo duradero y lleno de las bendiciones de Dios. Igual que estábamos seguros de haber encontrado un gran Pastor en Benedicto XVI, así ahora damos gracias al Señor por habernos dado otro gran Pastor en la persona de su Sucesor; en Usted, Santidad y Amadísimo Papa Francisco.
En este momento, como cristianos y religiosos salesianos, mientras expresamos la alegría por Su nombramiento, Le renovamos nuestra fidelidad y Le aseguramos el respeto filial heredado de Don Bosco. Él, frecuentemente se expresaba con frases llenas de afecto y de fe en relación al Sucesor de Pedro:
“Quien está unido al Papa está unido a Cristo” (MB VIII,567).
“Seremos obsequiosos con la Cátedra Apostólica, en todo, en todo tiempo, en todo lugar donde nos llame el Señor”.(MB XV,249).
“Una sugerencia del Papa es para mí una orden”  (MB V,874). “Su palabra tiene que ser nuestra regla en todo y para todo” (MB VI,494).
Así hablaba nuestro Fundador Don Bosco y así quiere sentir, hoy, nuestro corazón.
Quiero decirle, Santidad, que inmediatamente después del anuncio de Su elección he recordado con alegría la bellísima e inolvidable experiencia de Iglesia en Aparecida, en mayo de 2007, donde tuve la gracia de conocerle y saludarlo personalmente. Juntos participamos en los trabajos, celebraciones y en los encuentros de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe; nos hemos encontrado, también, en la reunión de obispos argentinos, presidida por usted, para definir el lugar y la organización de la beatificación del Venerable Ceferino Namuncurá. No olvidaré nunca sus palabras llenas de estima por el trabajo de mis hermanos Salesianos en la Patagonia, y su intervención para que Chimpay fuese la sede de las celebraciones.
Conozco bien su cercanía afectiva a los Salesianos, particularmente con los de la comunidad de Almagro, donde se encuentra el P. Enrique Pozzoli, que fue su director espiritual, y el P. Lorenzo Massa, fundador del equipo de fútbol del San Lorenzo. Sobre todo he apreciado mucho su testimonio sobre nuestro hermano coadjutor Beato Artémides Zatti cuando Usted era Provincial de los Jesuitas, y su paternidad hacia nuestros hermanos, como Pastor de la Archidiócesis de Buenos Aires. Siempre me ha producido gran alegría su conocida devoción a María Auxiliadora, como han recordado tantos hermanos nuestros.
Desde el momento de su elección y presentación, hemos quedado encantados por el nombre elegido como Pontífice, que resume bien algunos rasgos de Su persona y anuncia un programa de renovación de la Iglesia, llevándola a su verdadera identidad y al Evangelio, mediante la sencillez, la austeridad y manteniendo la mirada puesta en el Señor Jesús.
Santidad, acogemos y hacemos nuestro su deseo de tener “el coraje, precisamente el coraje, de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor que ha sido derramada sobre la cruz; y de confesar la única gloria: Cristo Crucificado. Y así la Iglesia marchará adelante”.
Santidad, fieles a la Iglesia y a nuestro Fundador Don Bosco, recogemos esta invitación suya y Le prometemos tenerla siempre presente en nuestra vida personal, en nuestras opciones pastorales y en nuestros programas apostólicos.
Le aseguramos nuestra oración. Que el Espíritu Santo lo asista en la delicada tarea que la Providencia ha querido encargarle, y que la Virgen María sea siempre la gran Auxiliadora de su ministerio.
Con esta carta Le enviamos, como signo de cercanía, una imagen de María Auxiliadora. Sería un gran regalo, para todos nosotros, tenerlo presente un 24 de mayo en Turín, en la Basílica de María Auxiliadora, construida con tanto amor por Don Bosco. Tal vez en 2015, año en el que celebramos el Bicentenario de su nacimiento.
Con espíritu de filial obediencia, Le aseguramos hoy y siempre nuestra devoción y nuestro afecto.

Roma, 19 Marzo 2013
Don Pascual Chávez Villanueva
Rector Mayor de los Salesianos de Don Bosco.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Francisco.



Durante la vida de Don Bosco la Iglesia estuvo presidida por Pío VII, León XII, Pío VIII, Gregorio XVI, Pío IX y León XIII. Con los dos últimos tuvo una relación frecuente. Debió visitarlos en el proceso de la aprobación de la Congregación Salesiana y de sus Constituciones. Y en su vida espiritual la Eucaristía, la Virgen y el Papa fueron tres metas de su afecto que presidían, cada uno con su valor, su obra y su labor de fundador y de educador. En estos días de novedad en la Iglesia de Roma por la presencia del Papa Francisco es bueno reafirmar nuestra adhesión a quien guía en el amor a los que seguimos a Cristo. 
Don Bosco soñó una noche que se encontraba en uno de los nichos más altos de San Pedro. No sabía cómo podía haber llegado allí y tuvo miedo. Buscó el modo de bajar, gritó pidiendo ayuda y el miedo angustioso le despertó.
El que visita la basílica de San Pedro de Roma puede descubrir que en el nicho situado encima del tondo del Papa Pío IX y la estatua en bronce de San Pedro en la derecha de la nave central está Don Bosco. En estatua, como otros 35 santos fundadores. Y le acompañan dos muchacitos que representan a Santo Domingo Savio, alumno suyo en su Oratorio de Valdocco-Turín, y el Beato Ceferino Namuncurá, hijo del cacique mapuche Manuel Cafulcurá de la pampa argentina.   
El 31 de enero de 1936 el cardenal Eugenio Pacelli, futuro Papa Pío XII, bendijo esa estatua del escultor Canonica de 4,80 metros de altura.
Fue Pío XI, Aquiles Ratti, quien quiso que se colocase su estatua donde está ahora. Siendo joven sacerdote pasó algunos días en Valdocco con Don Bosco. Le apreció profundamente y la Providencia hizo que, pasados algunos años, lo beatificase en 1929 y canonizase en 1934.
No es indiferente la postura con que el artista ha representado a los tres personajes. Los dos jóvenes miran y se funden en un gesto de adhesión a Cristo y a su Vicario. Siguen con esa actitud la indicación que Don Bosco les hace con su brazo derecho extendido. Si miramos con los ojos del alma descubriremos que también a nosotros sigue haciéndonos la misma invitación.