De Don Bosco dijo alguno de sus
muchachos que se vaciaba por ellos. Y era verdad. Don Miguel Rua, que fue uno
esos muchachos y fue después su sucedor y primer Rector Mayor de los salesianos
después de Don Bosco, afirmaba de nuestro santo que no dio un paso, no hizo un
esfuerzo, no tuvo aliento más que para amar a sus queridos acogidos y darles un
hogar y una familia.
Había incorporado a su vida de servidor
(recordad la afirmación de Jesús: “He venido a servir no a que me sirvan”) el
principio de que lo que da sentido a la perfección de la persona es la
contemplación, la admiración y el servicio al “otro”. Jesús lo hizo hasta dar
la vida del modo que todos nosotros sabemos y sentimos hasta quedar anonadados.
Y Don Bosco, por su parte, de un modo acomodado a lo que comprendió que era
atender el vacío de la vida de sus jóvenes amigos.
En el fondo era el corazón la diana de
sus esfuerzos a la que llegaba con el propio corazón. Si afirmaba que tenía
como misión educar, quería decir que pretendía construir una plataforma para
elevar a ella a quien no había tenido antes caminos para tender y alcanzar su
completa maduración. Pero añadía que la educación es cosa del corazón. Y que no
basta amar, sino que hay que demostrar que quien educa (madre, padre, formador,
maestro..) debe hacer saber y hacer notar que ama.
La palabra que completaba en esta
dimensión que estamos considerando ahora el trípode de su modo de educar (sistema preventivo) era amorevolezza. Es un término que no tiene
cabida hoy en el lenguaje italiano del día a día, pero que todavía se sostiene
en los diccionarios. Y no se puede traducir sin más por amabilidad, que encierra mucha virtud, pero no expresa el tinte
especial que exige una traducción más fiel.
Para mí es, sin duda, cariño la traducción vivencial más
exacta. Basta con que nos sintamos envueltos como con un manto y nos sepamos
empapados como de un baño interior de cariño,
para que nos descubramos como instrumentos nuevos y definitivamente eficaces
para educar.
Dicho de otro modo: el que vive su
relación, con quien tiene que educar, con cariño,
educa. El que no, quedará frustrado de algún modo.