viernes, 18 de enero de 2013

Rehacer.



Como sabéis, la casa de los protagonistas de El hobbit y El Señor de los Anillos, Bilbo y Frodo Bolsón, se llama Bolsón Cerrado. Su puerta y sus ventanas son redondas, como es redondo casi todo lo que hay en Hobbiton, poblado de La Comarca. Tal vez lo redondo sea símbolo de paz, de grandeza aun en lo pequeño, de perfección.

Pero como no todo puede ser redondo, ni vivir siempre en paz, ni ser perfecto, el roble que preside la colina, que le da sombra a Bolsón Cerrado y lo protege, es un árbol peculiar. Peculiar porque, en último término y para empezar, es forastero. No había en los alrededores, como sabéis, un roble que diese la imagen que pretendía para él John Ronald Reuel Talkien (1892-1973), el autor de la saga.

Y los productores de la serie se dijeron: “Honremos el deseo de Talkien. Traigamos un roble digno de su mente”. Y lo trajeron. Es decir, lo llevaron. Pero a trozos, como sabéis. Y poco a poco fueron recomponiendo la imagen del prestigioso roble. Pegando trozo a trozo de su tronco y de sus ramas. Y pegándole, que ya es pegar, hoja a hoja “de pega”. Y ahí está. Y ahí luce. O así nos parece.

 “Está, luce y nos parece”, como muchas cosas en nuestra vida. El repaso de estos hechos nos sume en la profundidad de pensamientos sanos. Creo que cada uno debe hacer ese ejercicio de profundización en el que yo estoy, pero con una altura (u hondura) mucho más grande que la de mi menguado temple.

Me pregunto. ¿En qué medida he sido capaz de rehacer el pasado, más o menos lejano, de mi estirpe? ¿Tengo abuelos, padres… ancestros de los que puedo extraer el mejor jugo para mi historia? ¿O he sido traidor a su grandeza porque se me ocurrió que la mía era mejor, que era más grande?  

Reconstruir un pasado noble ¿ha despertado en mí vergüenza porque fue humilde, pereza porque fue esforzado, cobardía porque fue impertérrito?

¿Quise obtener todo de golpe, sin paciencia, sin sudores, sin tenacidad?

¿Me ha costado arraigarme en una tierra que no fue la que alimentó las raíces de mi infancia, pero que me sostiene hoy con generosidad?

¿Me gusta parecer, lucir… aunque sepa que muchas veces (o de ordinario) no tenga qué enseñar, qué regalar?

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