Oía hablar de Don Bosco a un señor que le conocía
bien y me llamó la atención esta afirmación:«Don Bosco lo hizo todo con
lógica». Parecía que hubiera debido subrayar su santidad, su entrega a los
muchachos, su amor sin temor a la cruz por ellos. Y que se hubiese fijado en el
lema del “sistema preventivo”, forjado en la razón, la fe y el cariño, en estas
dos actitudes últimas, tan profundas en la vida de un santo. Y estoy seguro de
que, antes o después, aquel entendido al que me estoy refiriendo, lo hizo. Pero
como las palabras señaladas al principio me chocaron tanto, lo olvidé. Me quedé
con la frase y olvidé los argumentos que presentó para mantenerla.
Durante mi vida he tratado de suponerlos yo. O, al
menos, madejear los que más me convencían. Y como puede resultar útil a algún
padre o educador que explique mis razones, voy con la razón. Es decir, lo que aquel entendido llamaba lógica.
La puerta de entrada en un corazón, que es donde se
educa, no es, como parecería a primera vista, el amor, el cariño. Cuántos
muchachitos (¡y muchachitas!) han aceptado, sin cabeza, los amores y carantoñas
ofrecidos por medio de los mudos instrumentos de comunicación puestos a su
alcance.
Abundan los adolescentes (y algún que otro
preadolescente) que no tienen amigos, que creen o están seguros de que sus
padres no los quieren. Y les resulta más doloroso cuando lo ven (o lo creen)
comprobado en su madre, fuente de su amor. Algunos padres creen (falsamente,
¡claro!) que sus hijos empiezan a usar su criterio cuando van al servicio
militar. ¡Error!, ¡craso error! (entre otras razones porque ya no van). Se
enteran muy tarde de que los niños recién nacidos ya son críticos. Y tan
críticos. ¡Como que les da lo mismo apoyar su cabecita en el seno de la madre
que en el de una cualquiera! Está comprobado. Sólo cuando se gozan y se duermen
al compás de los latidos del corazón de su corazón, gozan y duermen de verdad.
Por eso
Don Bosco construía su admirable instrumento de educación a partir de la razón.