Mostrando entradas con la etiqueta sociedad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sociedad. Mostrar todas las entradas

jueves, 20 de junio de 2013

Los Soprano.



La cadena por cable norteamericana Home Box Office (HBO) ha declarado a raíz de su reciente muerte a los 51 años (Roma, 19 de junio) que James Gandolfini era “una persona amable y cariñosa que trataba a todo el mundo con el mismo respeto”. Y el director de la serie, David Chase: “… fue mi compañero, mi hermano en formas que no puedo explicar ni jamás podré”. A estas afirmaciones podrían añadirse todas las que hicieron amigos, compañeros de trabajo, dependientes…
Cuando se analiza la historia de LOS SOPRANO queda uno pasmado por el rigor con que se labraba una obra de arte que ha merecido el juicio de haber sido “una de las mejores series de todos los tiempos”.
Se estrenó en enero de 1999 y se mantuvo durante seis años y con ochenta y siete episodios de una hora, debidos a los guiones de más de ocho guionistas y la constante, acertada y exigente dirección del creador y director, David Chase. 
Llama la atención conocer su método en la elección del reparto sin más concesiones que las debidas a la valía del actor; de los escenarios o de los lugares naturales de la vida y acción de una doble familia, de sangre y de mafia, a través de los episodios en los que se mezclan problemas de afecto, de estrategia tramposa y violenta, de debilidad ante la puerta nunca abierta a la felicidad de la psiquiatría…
Y todo esto ¿para qué? Estamos contemplando, hablando, sufriendo, criticando… a un mundo que llamamos corrupto, a una historia diaria, de ayer y de hoy, cercana y lejana, que nos resulta cada día (¡cada hora!) más sucia y bochornosa. Clamamos contra el que decimos que se aprovecha de lo que sea para conseguir lo que desea o, al menos, lo que puede. Y no nos damos cuenta de que nosotros estamos siendo, muchas veces, en nuestra cicatera crítica, lo mismo que ellos, sucios de corazón y de lengua, corruptos sin aportar mucho o nada al tremendo problema en que nos envolvemos.
En el origen de todo está la honradez: la que no tiene el que trepa hasta conseguir un puesto de influencia sin saber qué hacer en él sino aprovecharse; la que no tiene el que falsea la mercancía que vende como buena; el que abre la mano, con disimulo o sin él, para recoger la comisión con que se vende una firma; la que no tiene el que vaguea mientras se prepara (¿se prepara?) para ejercer una profesión que no dominará porque dedica el tiempo de su preparación al alboroto; la que no tiene el que muerde, porque cree que por sembrar hiel en la vida se consigue ahogar al enemigo...

domingo, 10 de julio de 2011

El viaje de Haru


El director japonés Masahiro Kobayashi ha presentado hace pocas semanas su última película: El viaje de Haru. Un viejo pescador y su nieta deben ir hacia el Sur porque, sin trabajo y sin recursos, han de buscar horizonte a su vida construyendo un nuevo hogar. Se trata de una crítica social al Japón de hoy. Y lo hace - dicen los comentaristas especializados - con una austeridad y sensibilidad extraordinarias.
Como vivimos en medio de olas que tienen el mismo sabor amargo, podemos aprender, al menos, a advertir la actitud con que se afrontan situaciones como esa.
El director-pensador se adentra en la entraña de su país que está seriamente afectado por la falta de esperanzas, de esperanza en el futuro. Y debe tenerse presente que la película se hizo antes del terrible cataclismo que rompió  al Japón de tantos modos.  Y que se hizo precisamente en un pueblecito pesquero de la región de Hokkaido que quedó totalmente anegado por las aguas: un pueblo milenario que súbitamente, en cuestión de horas, desapareció del mapa.
El filme es el relato de la vida de dos personas y su tragedia en medio de la crisis financiera del Japón.
Para los países extranjeros – afirma Kobayashi y copiamos sin comentarios porque no hacen falta - parece que estamos todos unidos en una situación muy difícil, pero debo decir que esta unidad no es suficiente para que la gente viva feliz, porque al final todos somos seres individuales tratando de sobrevivir en una sociedad capitalista. La idea que hay en la sociedad japonesa de hoy en día es que estar unidos es lo más importante, pero me parece que todo el mundo se está olvidando de vivir sus propias vidas. Y entre la poca gente que lo hace, se ha creado un sentimiento de rechazo, de antipatriotismo, que considero un tipo de reacción muy fascista. Creo que la sociedad japonesa está yendo en una dirección muy peligrosa en este sentido. Creo que la gente debe ocuparse de sus “pequeñas” vidas y enfrentarse a sus “pequeños” problemas, esos de los que nadie habla ahora, pero que son determinantes.
… Hay problemas muy serios aparte de esos…. la Seguridad Social tiene graves condiciones estructurales. Con el pretexto de desarrollar esa Seguridad Social el gobierno subió hace tiempo el impuesto de consumo, pero aún no hay suficiente dinero, y están debatiendo sobre cómo aplicar recortes de cobertura social y subir el impuesto. Yo diría que el gobierno está gastando donde no debe gastar y recortando donde no debe recortar. Hay mucha gente que quiere trabajar pero no puede, sobre todo ancianos, como ocurre en la película, que súbitamente se han quedado sin nada y ya no pueden recomenzar”.