Los aficionados al fútbol, se juegue donde se juegue,
conocen al equipo italiano Chievo, Al menos de nombre. El Chievo viene a esta
página, no como un dato deportivo, sino como un ejemplo de estímulo,
entusiasmo, entrega, fe, constancia (que es mucho más que entusiasmo) y
amor.
Nació en 1929 como parte de la Opera Nazionale Dopolavoro fascista en un apartado barrio de Verona. Tenemos ante nosotros la nobleza
de la ciudad de Verona en la que Shakespeare llevó el amor de Romeo y Julieta,
aunque nacidos en Siena.
En 1936 sus problemas económicos parecían acabar con su existencia. Acabada la Segunda Guerra Mundial renace y entra en Segunda División. Y poco a poco se afianza, impulsada por el entusiasmo de su gente de modo que en 1959 logra la categoría superior italiana.
En 1936 sus problemas económicos parecían acabar con su existencia. Acabada la Segunda Guerra Mundial renace y entra en Segunda División. Y poco a poco se afianza, impulsada por el entusiasmo de su gente de modo que en 1959 logra la categoría superior italiana.
Empresarios y entusiastas la aúpan y en 2001 recobra
su honroso puesto en la serie A, es decir, la Primera División. Tener en cuenta
que representa a un barrio de Verona que no tiene muchos más de 2.500
habitantes es pensar que su historia es fruto de generosidad, constancia,
entusiasmo, personas que creen, que se entregan… Sigue en Primera, aunque su permanencia
es cada temporada un milagro de fe en su fútbol.
Las
metas que proponemos en nuestro arduo trabajo de educadores no pueden ser
puntos de llegada, sino triunfos sobre la tendencia innata a no esforzarse, a
contentarse con lo que parece que basta. “¡Ya está bien!” no puede ser ni
nuestro raquítico ideal ni el deseo final de quienes tienen capacidad, necesidad
y fuerzas para llegar todo lo arriba que se pueda.
Hubo
una agrupación alpinista que se exigió vivir un lema –y un camino de acuerdo
con el lema– encerrado en la palabra latina SPEM que expresa con valentía el
programa de su existencia: SEMPER PLUS ET MELIUS (para los que olvidaron el
Latín: SIEMPRE MÁS Y MEJOR) que no puede quedar en una bocanada de optimismo,
sino que debe convertirse en un programa de vida.
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