En el siglo IV había en Roma 1352 fuentes públicas,
más o menos vistosas y más o menos abundantes. Una de ellas, la de Trevi,
cumple este año 2.037 años de edad.
Fue una jovencita pastora la que, según la leyenda,
indicó a un destacamento militar un lugar donde beber en las cercanas colinas
de Roma, a unos 20 kilómetros al Oeste. Se la llamó Aqua Virgo. Agua destinada en un principio, según la propuesta del
general Marco Vipsanio Agripa, yerno del emperador Augusto, a las termas del
llamado Campo Marcio donde ahora se encuentra la espléndida Piazza del Popolo.
En el relieve, que figura en el precioso conjunto
escultórico de la Fontana di Trevi, se recuerda ese hecho.
El monumento se tocó y retocó, hasta llegar a su
espléndido estado actual en 1762.
No es difícil verla, cuando se visita la ciudad, ya
que se encuentra en un lugar muy céntrico y concurrido, a pocos minutos, por
ejemplo, de la Presidencia de la República.
Hay una vieja costumbre de arrojar monedas al agua,
esperando que el gesto mueva a fuerzas
ocultas a llevar los que las lanzan a visitarla de nuevo.
Cuando se recuenta la cantidad recogida en un año se
llega actualmente, más o menos, a 1.400.000 euros. Don Luigi di Liegro fundó en
la Caritas de la diócesis un ente que ofrece, con parte de ese fondo, hospedaje
a pobres sin hogar, familias en crisis, comida diaria… Roma es también grande
en pobreza.
Hace unos meses el Ayuntamiento decidió cambiar la
gestión de esos fondos y desde el próximo 1º de abril será el municipio el que
decida. Se espera que se siga atendiendo a los pobres y que los admiradores de
la fuente sigan siendo generosos al tirar sus monedas al mismo tiempo que
expresan el deseo de volver de nuevo a la Ciudad Eterna.
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