He leído y oído estos días, y seguro que vosotros también, que Amancio Ortega, el del imperio Inditex-Zara, ha decidido poner al frente de su empresa, como Presidente no ejecutivo, a su hija Marta. La ha preparado durante estos años haciéndola visitar sus diversas tiendas extendidas por todo el mundo para conocer los entresijos de esta multinacional. La mayor ilusión de un padre es que los hijos continúen con la empresa creada por él. No todos los hijos aceptan el reto. Otros sí lo hacen.
De ese parecer era Don Bosco y para ello escogió y preparó a su primer sucesor. Lo bueno fue que escogió a un niño de 8 años, que se llamaba Miguel Rúa, (9.6.1837). Don Bosco iba de vez en cuando a confesar al Colegio de La Salle (de las Escuelas Cristianas); muchos acudían a él; cuando le rodeaban, solía repartir estampas. Miguel nunca recibió una. Pero un día Don Bosco observó que Miguel le miraba fijamente, como suplicándoselo. Entonces Don Bosco extendió su propia mano izquierda y con la derecha hizo varias veces el gesto de cortarla por la mitad. Y así varios días.
Después de morir su padre, Don Bosco le dijo que si quería estudiar en su Colegio. No lo dudó. Su madre le dejó. Pasaba el día allí y por la noche iba a dormir a su casa. Un día fue de excursión con otros chicos, guiados por Don Bosco, a su pueblo; Miguel ya iba preparado y allí, en la iglesia del pueblo, le impuso la sotana. Tenía 17 años. A la vuelta Miguel le preguntó por qué años atrás le hacía el gesto de la mano cortada, y Don Bosco le dijo: “Porque tú y yo siempre haremos las cosas a medias”. A los 18 años fue el primero en hacer los votos religiosos como salesiano, cuando aún no estaba aprobada la Congregación Salesiana. Fue uno de los 17 chicos, más o menos de su misma edad, que un 18 de diciembre de 1859 fundaron la Congregación Salesiana.
Muy pronto Don Bosco le encargó tareas de gran responsabilidad; era tal la pasión que tenía por Don Bosco que quienes le veían trabajar decían que era la fotocopia de Don Bosco. Fue varias veces a Roma con Don Bosco para entrevistarse con los Papas Pío IX y León XIII; éste, en 1884, cuatro años antes de la muerte de Don Bosco, le indicó que lo hiciera su Vicario, es decir, su segundo y prácticamente su sucesor. Cuando Don Bosco estaba en punto de muerte, Miguel le pidió que los bendijera; le cogió la mano y la elevó mientras iba haciendo la señal de la cruz y diciendo las palabras de la bendición. Hasta el final ambos hicieron las cosas a medias. Las dos manos juntas. A la muerte de Don Bosco los salesianos le eligieron como el primer sucesor.
Miguel Rúa caminó a medias con Don Bosco, adaptó la Congregación a las necesidades de su tiempo, consolidándola, abriendo nuevas obras y visitándolas en los diversos continentes. Murió en Turín el 6 de abril de 1910, a los 73 años, con la misma edad de Don Bosco. Fue beatificado por el Papa Pablo VI el 29 de octubre de 1972.
Estoy seguro que si DB estuviera con nosotros a más de uno le haría el gesto que le hizo a Miguel y le diría: “Te necesito; tú y yo haremos las cosas a medias”.
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