martes, 10 de mayo de 2011

Chismorreos y estanterías.

En una sabrosa conversación con una joven pareja nórdica de jubilados llegué en un momento a interesarme por su familia. Pero inmediatamente sentí la necesidad de pedirles que me excusasen por mi inoportuna pregunta. “En absoluto. Nos encanta hablar de ella… Vivimos con agrado en España… Con frecuencia bajo al bar que hay debajo de nuestra casa y tomo parte en las conversaciones de mis amigos, buenas personas, buenos amigos… Bueno, escucho, porque debo aprender español. Ya he aprendido algunos tacos, aunque no los manejo bien. Y por eso no los uso… Una cosa que me llama la atención, y me extraña, es que sólo (¿o dijo siempre?) hablan de mujeres, de fútbol, de los políticos… Para aprender español y cultivar la amistad me va bien. Pero echo de menos que no hablen alguna vez de la familia, del deporte, de la política… ”.
No estaría de más que repasásemos la estantería de nuestros verdaderos y urgentes intereses, la estantería de nuestra vida más profunda. Por ejemplo: la balda de nuestras ideas ¿está suficientemente poblada? ¿Atiendo a nutrir el anaquel de mis sentimientos con alimentos sanos y provechosos para la salud de mi persona, aunque sean un poco difíciles de digerir? ¿Qué hay en el estante de criterios? ¿Vacío? El arte, la sabiduría de la belleza, del orden, del buen gusto, de la elegancia interior ¿llenan - o esperan a llenar sin llegar nunca - esta repisa en la que veo, en cambio, un poco de polvo indiferente? ¿Qué espacio he dedicado al album fotográfico familiar, que podría estar lleno de ejemplares figuras, de herencias espirituales densas, de ejemplos admirables y alentadores? ¿Caben en algún sitio los sabios tratados que enseñan a educarse y a educar? Los intereses de Dios y de su Enviado ¿ocupan algún lugar en esa otra tabla de “Varios” o “De todo un poco”?  
Hay quien respira mal: cree que el aire fresco, limpio, de las alturas, con su poco de movimiento y de esfuerzo, le perjudica. Y lo evita. Le gusta más el que se respira en medio de la masa, el de todos, el que no exige esfuerzo de salir, de subir, de elevarse. Porque el humo del tabaco, al que han exiliado y anda ahora por los aledaños de la convivencia muchas veces de acera, se ha llevado consigo parte del chismorreo que sirve de pasto a la mente, de aire a los pulmones ya bastante averiados del espíritu, de materia trasfundida a nuestra anémica o mala sangre?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.