No recuerdo si fue en el Catón de los niños, de Saturnino Calleja (dulce, amable compañero, fuente de todo saber, enciclopedia universal de mis años infantiles) o en otro de aquellos libros familiares, donde vi una figura que me infundió terror (tendría yo cuatro años…): un niño, armado con una escopeta, estaba en disposición de disparar contra un reloj de arena. Y figuraba, además, la solemne definición de aquel acto: MATAR EL TIEMPO.
Mi terror (mi dominio de la metáfora era, más o menos, como ahora, muy cortito) me asediaba por dentro con perfiles sin explicaciones: “¡Un niño con una escopeta! ¡Un niño en actitud de matar, él solo, decidido, sin que nadie le dijese nada! ¡Quería matar a aquel extraño reloj que yo no había visto nada más que en dibujo! ¿Mataba al tiempo disparando sobre un reloj de arena? ¿Y qué pasaba después? ¿Buscaba más relojes? ¿Se acababa el tiempo cuando matase al último? ¿Cómo es el tiempo? ¿Qué es el tiempo? Si aquel niño no lo mataba, ¿lo mataría una persona mayor? ¿Y por qué querían matar al tiempo?”.
Yo entonces no tenía idea de lo que era el tiempo. Ni ahora tengo idea de lo que es. Pero he tenido que vivir la vida y aunque la vida es otro misterio, he tenido que experimentar en qué se emplea. En mí y en otros. Y he visto que la vida se desenrolla como una bobina de papel. Y que el rollo de algunos acaba pronto y que el de otros, aunque es largo, sigue en blanco. En otros hay borrones y otros lo llevan roto. He visto obras de arte, proyectos y realidades, belleza y grandeza, miseria y mezquindad, garabatos como si se estuviese esperando no tener que escribir ni dibujar ya nada, porque es pesado comprometerse en plasmar algo serio. O se estuviese también esperando a que otro hiciese lo que uno no quiere hacer o no sabe o no puede. Tal vez muchas de estas acciones y omisiones tengan que ver con el tiempo y se parezca a matarlo.
¡Pero qué felices nos hacen los que se afanan (con el gozo de estar viviendo de verdad, de estar creando, de estar sirviendo, de estar amando) para poder regalar a los otros, sacada casi de la nada, una obra de arte!.