Desde el 20 de Julio hasta el 2 de Agosto 32
voluntarios, jóvenes y animadores salesianos procedentes de Seúl (Corea), están
prestando un servicio de voluntariado de verano en Darkhan, Mongolia.
No son los de la foto. Los de la foto son los
que dieron la bienvenida al padre Carlos Villegas, filipino, jefe de la primera
comunidad salesiana formada por los seis salesianos que en 2001 acudieron a la
llamada del Nuncio Apostólico de Mongolia a los salesianos de Corea del Sur.
Procedían de Vietnam,
Corea del Sur, Eslovaquia y Filipinas
«La primera presencia
salesiana que se erigió - leemos en las noticias sobre las dos obras actuales -
fue una escuela técnica superior reconocida por el Gobierno. Empezó en 2001 con
30 estudiantes y en la actualidad atiende a unos 300 cada año en 5 áreas
técnicas: mecánica automotriz, confección, servicios de secretariado, soldadura
y albañilería, cursos todos que incluyen el estudio de informática. La segunda
tarea emprendida fue un orfanato para 20 niños. En estos centros, respetando la
legislación de Mongolia, los Salesianos nunca han enseñado religión.
En 2005, en Darkhan,
a unos 220 kilómetros al norte de la capital, se erigió la segunda presencia,
por primera vez como un centro juvenil, que se convirtió en 2007 en una
parroquia dedicada a María Auxiliadora. Desde 2009 a la estructura se añadió
una pequeña granja».
Volvamos a los componentes del grupo de
voluntariado. En el verano alternan su presencia entre Mongolia y la China del
Norte. En invierno lo hacen en el Este de Asia, como Papua Nueva Guinea o
Camboya. Ambos servicios los prestan durante dos semanas en tiempo de vacaciones.
El “jefe” del grupo de voluntarios, don Chang
les decía a los expedicionarios, en la Misa con la que comenzaron su servicio:
1. que el programa tiene como finalidad compartir que es ya en sí mismo un
valor; 2. que todas las actividades se realizan dentro de un definido plan de
misión; 3. que esa misión consiste en intercambiar vida, medios materiales, tiempo, esperanza y
sueños. Y esperan que ellos se sientan animados a vivir las mismas actitudes
aprendiendo a compartir.
Como unas Buenas Noches no son sino una invitación a pensar, asimilar y
vivir, parece que en lo escrito hasta aquí es más que suficiente para pensar
seriamente, para remover nuestro corazón, un poco cerrado en sí mismo y para
despertar en nosotros proyectos que nos lancen a tener en cuenta al que nos
necesita.
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