Dicen
los que entienden que en el sistema solar hay unos 25 millones de asteroides,
metálicos o silíceos, de más de 100 metros. El de nuestra foto se llama Lutecia, del tipo M (metálico), que tiene la forma
irregular que se puede apreciar y mide, más o menos, 132 kilómetros de largo.
Dicen que tiene cuatro mil millones de años. Se llama Lutetia (el nombre que le
dio Julio César a la actual París) porque en París lo descubrió el 15 de noviembre de 1852 Hermann Mayer Salomon Goldschmidt,
un alemán que fue a la capital del arte para aprender a pintar, pero que se
dedicó definitivamente a mirar el cielo desde el balcón de su casa (¡y
descubrió 14 asteroides!, incluida Lutetia).
Otro nombre amable: Rosetta. Es el de aquella piedra, parte
de un cipo de Tolomeo V de Egipto, hoy en el Museo Británico, con un mismo
texto escrito en tres “lenguas” (jerogífico, demótico y griego) que descubrió
en 1799, como quien no quiere la cosa, en el delta del Nilo, el soldado francés
Jean-François Bouchard. Como sabes, fue el estudioso Jean-François Champollion
el que descubrió poco después, en 1822, el significado del jeroglífico y de la
“lengua” egipcia, valiéndose del griego correspondiente en la misma
piedra.
Y Rosetta llamó la
ESA (Agencia Espacial Europea) a la sonda espacial que hizo esta foto, entre
otras cien más, hace cuatro años. Pasó muy cerquita, a 3170 kílómetros, de
Lutecia, camino del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko sobre el que un módulo de
“aterrizaje” intentará posarse este año.
¿A qué viene todo
este absurdo viaje por el mundo cercano, el tiempo misterioso y el arcano
espacio? Es fruto de la preocupación que me viene cuando contemplo junto a
tantos mundos llenos de talento, dedicación, constancia, esfuerzo,
entrega, insomnio… y observo a muchos
jóvenes que carecen de espíritu. Les falta curiosidad por saber, por aprender,
por investigar, por acercarse a la Vida, a la Naturaleza, a la Historia con
avidez como el que sabe que es parte de ellas y debe sentirse parte interesada
por ellas. No ya – o solo – porque la vida vacía deja de ser vida y se
convierte en muerte mal disimulada. No ya – o solo – porque estudio es crecer
en el conocimiento del “aire” que nos rodea y gracias al cual vivimos.
Hay quien no ha oído
nunca que vivimos recibiendo y que debemos vivir dando. Que somos o debemos ser
fuente. Que no nacemos para hacer vida propia del programa “¡Ahí me las den
todas!”. Como Teresa nos encarece al escribir a su marido Sancho Panza, al
saber que le han hecho gobernador de una Isla, mira tú por dónde, precisamente
“Barataria”: «Sanchica hace puntas de randa, gana cada día ocho maravedís
horros, que va echando en una alcancía para ayudar a su ajuar; pero ahora que es
hija de gobernador tú le darás la dote sin que ella lo trabaje. La fuente de la
plaza se ha secado, un rayo cayó en la picota y allí me las den todas».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.