martes, 3 de junio de 2014

Dušan Krtolica.


Dušan tiene once años. Es de Serbia, esa nación de los Balcanes rodeada por Hungría, Rumanía, Bulgaria, Macedonia, Albania, Montenegro y Croacia (viene bien repasar de vez en cuando la dichosa Geografía), que no tiene mar, pero que se siente recorrida y enriquecida por el soberbio canal Rin-Meno-Danubio y acariciada por el verdor de sus bosques que ocupan más de la cuarta parte de su superficie. Serbia tiene una historia muy antigua y muy agitada. Llegó a ser Imperio. Y en Serbia nacieron 17 de los emperadores romanos. Hoy, con siete millones y medio de habitantes, se esfuerza y logra sobresalir entre las naciones que fueron celtas y tuvieron que ser romanas, otomanas, germanas, yugoslavas…

Pero volvamos a Dušan. Nació el año 2002 en Belgrado. Y a los dos empezó a dibujar. A los 8 años hizo dos exposiciones de sus dibujos. Y así hasta cinco de carácter nacional.  Dibuja con pluma o lápiz. Y se ayuda de una lupa. Objeto de sus dibujos son los animales, las flores y las plantas. Los animales son los que ve en la Naturaleza y en libros con los que se ha podido hacer. Por eso añade animales ya extinguidos y algunos que él se inventa. Los dinosaurios y otros saurios menos dinos son frecuentes en las láminas en las que deben figurar. Porque se sabe de memoria las eras geológicas y los animales que las habitaron. Tiene espléndidos retratos de guerreros en sus caballos. Domina la perspectiva, la proporción y la luz-sombra como un maestro. 

Sería natural que le ilusionase ser, de mayor, pintor o dibujante. Pues no señor. Quiere ser zoólogo. ¿Es un niño obsesionado, atado, sometido al trabajo? ¡En absoluto! Es un niño que descubrió que le gustaba algo, que se vio alentado en ello, que se entregó a ese suave trabajo que supone dar la vida a lo noble que gusta y que hoy, sin petulancia ni rareza, destaca entre otros muchos muchachitos de su edad. Es un ejemplo y un estímulo para padres y educadores, que descubren en sus hijos, ya desde muy pequeños, una afición que va más allá “de lo de todos” y le acompañan en subir los peldaños de una dedicación placentera pero altamente ennoblecedora de sus vidas.

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