sábado, 24 de noviembre de 2012

Nana nene nini nono nunu.



Sí, ya sé que este título es una tontería. Pero permitidme que discurra por él y sobre él. Esas cinco palabras (existentes o no existentes) podrían describir cinco posibles estadios de la estatura de uno de nuestros hijos. Como conozco a alguno que ha pasado por ellos y vive en ellos, me atrevo a decir lo que sigue.
La nana no es sólo esa canción dulce y monótona que le canta la mamá al niño tierno y con tendencia a trasnochar. ¿Qué no se duerme? ¡Una nana! Una canción para que se sienta adorado, arrullado, protegido por lo más acariciador que una mamá le puede dar al querer que se duerma de una vez. ¡La caricia! ¡Las caricias! Son, es verdad y deben ser, un alimento de la sensibilidad, de la identificación, de la entrega, de la pertenencia. Pero ¡con mesura! Hay niños que se hacen hombres sintiendo y deseando la caricia materna de su nana. Y siguen siendo nenes, en vez de adolescentes: ¡Que no sufra, que no le falte nada, que nadie pueda decir que su mamá le ha abandonado a sí mismo! Las que no saben que adolescente significa desarrollarse. Las que desean que siga siempre tan nene, tan guapo, tan “manejable” le convierte en un apegado al arrimo materno (o paterno) y que no sea capaz de romper el cascarón de la infancia. O lo lanzan a un mundo para el que no llevan los recursos que necesitan para ser en él, a pesar de todo y de todos,  ellos mismos.      
Un hombre en proyecto como el modelado tiende a ser un nini. De esos que NI optan NI eligen. Porque lo que han hecho parecido a optar y decidir ha sido echar mano de los caprichos que han tejido y necesitan que sigan tejiendo su vida diaria. NI se esfuerzan por trabajar, NI se entregan a estudiar, NI deciden ser útiles a otros, NI aceptan el esfuerzo, el tesón, el sudor, que nos es naturalmente rechazable, pero humanamente forzoso.
Cuando se llega así a los catorce, veinte, veintiocho años esos seres humanos han hecho del NO su categoría más segura. Decir sí, piensan, es sucumbir ante la voluntad de otro. Es ceder a su gusto y a su decisión, aceptar su proyecto aguantando  el bochorno de no tener ninguno. Cuando decir NO a todo, que es lo único que algunos saben hacer, excluir el a la vida de los demás, es, no solo carecer de horizonte, sino creerse llamado a destruir el de todos los que sueñan con el suyo. Es ignorar al otro. Es desconocer que se camina en sociedad. Es pretender defender la libertad estableciendo la tiranía y la dictadura del propio parecer y gusto.    
Tal vez conozcáis el mundo de los que llegan a ese punto, el mundo nunu, el entablado de leyendas, ensoñaciones, irrealidades, nieblas imposibles porque no son metas altas, ni siquiera idealizadas de un mundo luminoso y difícil. Sino el ensueño en que les gusta moverse porque no saben poner los pies en la dura pero, a pesar de todo, noble tierra de la realidad cotidiana.

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