miércoles, 30 de mayo de 2018

Que nos destrocen!


Félix Ros Cebrián, antiguo alumno de los Salesianos de Mataró, escribió… ya hace años: “Imagen breve de la Congregación de perfil más moderno. Don Bosco malabarista”. 
“Visitando, hace tiempo la Institución “Virgen de la Paloma” me eché a reír ante su  director, haciéndole ver la exactitud de edad entre los alumnos mayores y el imberbe profesorado “latinista” aún. Jugaban unos contra otros al fútbol. 
- ¡Van a poder los chicos con los profes! ¡Y no de poco! advertí.
- No importa, me contestó el director, limpio el ánimo, ¡que nos puedan!, ¡que nos destrocen!
   Esto es más que una pura anécdota, que pura frase. “¡Que nos destrocen!”. Es un programa, un modo de partir hacia las misiones contiguas, las cuales, naturalmente, van deviniendo más procelosas que las de allende el océano. Ahí  está el auténtico secreto del auténtico salesiano: en que lo destrocen diariamente, en que lo expriman como recién nacido a su madre, en que saquen de él cuanto sea preciso. Verdadero almacén de recambios espirituales, toda la abnegada y múltiple vida de esta Congregación es un sistema nutricio. El que pasó por sus aulas –entendiendo por aulas más fechas que espacio– sale completamente “hecho”. Y ello con materiales como de “Banco de almas”, que eso es un salesiano sin más.
Reconocemos el triple carácter que se anotará en Don Bosco, piedad, autenticidad y penetración… los salesianos, como su fundador son rutas de su tiempo y ellos no esconden la cabeza ante la problemática, como las infinitas avestruces de cada turno.
El que suscribe permaneció unos años interno con ellos… -¿Comen lo mismo que nosotros?, pregunté a un “antiguo”. – Comen, duermen, juegan, se lavan, rezan, estudian, ayunan y se jeringan igual que tú y yo, contestó el otro.
Y yo entré así, con la boca abierta, en el asunto. Olvidando el consejo de Lope en el “Caballero de Olmedo”. “No entres adonde no salgas”. Porque la verdad, la verdad es que de esto, de los salesianos, nunca he terminado de salir”.

viernes, 25 de mayo de 2018

Elusur Macrurus (en vías de extinción).


Esta tortuga tan extraña, a la que tachan de punk por su melena verde, es, con todos los respetos, un bicho raro. No lo era todavía a mediados del siglo pasado cuando se buscaban y llevaban a casa como mascotas. Tanto que hoy quedan poquísimas y viven amedrentadas temiendo desaparecer a manos del hombre. El nombre que le han puesto puede significar Huidizo Rabilargo y hacen muy bien en ocultarse.
Se encuentra solo, que se sepa, en ríos de Australia. En uno de ellos, el río Mary, la captó en su cámara el fotógrafo australiano Chris Van Wyk cuando, buceando en busca de tesoros naturales perdidos, se le apareció hace diez años.
La melena que luce no le es propia: es un llamativo postizo de algas que no le sirve para hacerse notar, sino, todo lo contrario, para pasar desapercibida en la vegetación del río. Debajo de la mandíbula le crecen dos picos que son barbas sensitivas. Y los grandes ojos capaces de hipnotizar, es un decir, lucen un azul claro natural de la especie. Es capaz de permanecer bajo el agua 72 horas, respirando por los orificios de sus órganos de reproducción.
¿Para qué asomarse a este extraño elusor con estas líneas? Los que hemos vivido un poco en este maravilloso mundo podemos constatar que han desaparecido de la vida, del uso, de la costumbre no sólo objetos ya inservibles, sino actitudes, apreciaciones, observaciones, ¡admiraciones!... ante personas, instituciones, valores, costumbres que debieran seguir sirviendo de escuela para la vida. El respeto, la honradez, la generosidad, la apertura al otro, la acogida serena y cálida de lo bello y bueno, el cultivo de modos de conducirse, de reaccionar, de crecer que ennoblecen, debiéramos proponerlos como tesoros y metas, los responsables de formar a los que nos van a suceder en la construcción de familias e instituciones que valgan la pena.

domingo, 20 de mayo de 2018

Ella lo ha hecho todo (D. Bosco).


La última vez que Don Bosco estuvo en la Basílica de María Auxiliadora fue el 24 de noviembre de 1887. Por la tarde se celebraba un acto de amplio relieve. Cuatro jóvenes (un francés, Natal Noguier de Malijay, exoficial del ejército; un inglés, que después no siguió en la Congregación; un polaco, Víctor Grahelski, y otro polaco, Augusto Czartoryski) recibieron de Don Bosco, bajo la mirada complacida de la Virgen,  la sotana salesiana.
Fue un acto solemne y emotivo en el que Don Rua (Don Bosco no tenía fuerzas para ello) dirigió unas palabras recordando al joven que quería seguir a Jesús, pero no pudo porque tenía muchos bienes.   
Augusto, príncipe por sus ascendientes familiares polacos y españoles, hizo la profesión religiosa al año siguiente y se ordenó de sacerdote en 1892. Murió al año siguiente y hoy se le honra como Beato en la Iglesia Católica.
(Treinta años más tarde de aquella solemne imposición de sotanas, el 9 de junio de 1918, el Cardenal salesiano Juan Cagliero, enviado por el Papa Benedicto XV, impuso a la imagen el cetro de oro que hoy se puede ver, regalo de la princesa Isabel Montesagrado y Czartoryski).
Don Bosco tuvo que renunciar a sus visitas por el Oratorio de Valdocco, porque sus fuerzas habían ido decayendo rápidamente.
Los últimos años de su vida tuvo como apoyo al joven sacerdote salesiano Carlo Maria Viglietti y que nos dejó una entrañable crónica de los tres últimos años de la vida de nuestro Padre. 
Agradará leer las últimas referencias del escrito de Viglietti.

29 de Enero:
D. Bonetti le decía: Maria, Mater Gratiae. Tu nos ab Hoste protege – y don Bosco continuó: Et hora mortis suscipe.
Qué hermoso es ver a Don Bosco con las manos siempre juntas.
Don Bosco repite para sí: ¡Jesús! ¡Jesús! ¡María! ¡María! Os doy el corazón y el alma mía. In manus tuas, Domine commendo… commendo spiritum meum. Oh Mare… ¡Mare… abridme las puertas del Paraíso!
Hoy repitió cientos de  veces: ¡Mare…Mare! ¡Mañana! ¡Mañana!

martes, 15 de mayo de 2018

Nuestro Auxilio, una mujer.


La imagen de María Auxiliadora que contemplamos con más frecuencia es la que pintó el artista Tommaso Lorenzone por encargo y siguiendo indicaciones precisas de Don Bosco para su Basílica de Valdocco.
La advocación y el título atribuido a la Virgen como Auxilium Christianorum procede de la segunda mitad del siglo XVI (7 de octubre de 1571), cuando el Papa Pío V atribuyó la victoria sobre los turcos a su materna intervención. 
El 12 de Septiembre de 1683 fue Inocencio XI el que promovió en Viena una manifestación de agradecimiento a la Madre de Jesús y de todos los hombres por la victoria de Juan Sobiescki sobre los turcos que asediaban aquella ciudad. Al año siguiente se formó la primera Asociación de María Auxiliadora en Munich (Baviera, Alemania).
Y en 1815 (9 de febrero)  Pío VII, liberado de la prisión a la que le había sometido Napoleón Bonaparte, instituyó su fiesta: 24 de Mayo.
La que preside nuestras Buenas Noches de hoy es obra del canónigo Michele Cattaneo natural de Pontecurone y, por tanto, paisano de San Luis Orione
Fue un regalo para Don Bosco y estuvo en la Basílica hasta la instalación del cuadro de Lorenzone en 1868.
La estatua pasó a un museo de preciosos recuerdos salesianos de Valdocco hasta que el Rector Mayor don Renato Ziggioti la cedió al P. Lorenzo Nicola para el primer seminario orionista de España en Frómista (Palencia). Al cerrarse este, la estatua preside maternalmente la obra orionista de Posada de Llanes, Asturias.

jueves, 10 de mayo de 2018

La medida de Procustes.


Procustes era un bandido griego en la lejana historia. Siempre y en todas partes ha habido bandas y  bandidos. Basta mirar a nuestro derredor (y un poco más allá) en nuestra querida Patria. Con su banda actuaba Procustes en el Ática. Vigilaba el paso de los ingenuos que osaban pasar por un determinado puerto en la montaña. Los detenía y robaba. Y a los que no satisfacían su avidez, los sometía a esta corrección: tendido en un lecho que tenía la medida del bandido, los descoyuntaba o cortaba los pies si no llegaban a su estatura o la excedían.
Procustes no era, evidentemente, un hombre educado. Ser educado lleva consigo aceptar que cada persona con quien convivimos sea ella misma, respire su aire, disfrute de sus derechos, conserve su propia medida.
Cuando oprimimos, deprimimos, exprimimos o comprimimos (que todo eso somos capaces de hacer en los vericuetos de nuestra vida)... cuando hacemos algo de eso con nuestro vecino y le sometemos con ello a nuestra medida, a nuestro gusto, a nuestro criterio, a nuestra real gana, empezamos, seguimos y acabamos siendo mal educados. Como Procustes.
En el fondo, un ‘maleducado’ es un egoísta. Y un egoísta es, en el fondo y la forma, un inmaduro, un enano, un raquítico de espíritu que conserva, aún después de muchos años de vida, la idea infantil de que todo el mundo gira alrededor de él, de que él es el bello ombligo del mundo. “¡Cuántos son los enanos!”, lloraba Plauto. Y Juvenal decía: “Los buenos son tan pocos, que apenas llegan al número de las puertas de Tebas o de las bocas del Nilo”· Que eran siete.
En la historia de los hombres hay figuras que pasan por modelos. Buenos o malos. Un modelo fue Caín. Estaba estrenando la vida y ya oía en su corazón: “... a tus puertas está el egoísmo acechándote como una fiera que te codicia y a quien tienes que dominar”. Y él respondía a Dios, después de haber matado a Abel: “No sé dónde está. ¿Es que me toca a mí cuidar de mi hermano?” Un poco descuidados debieron de estar Adán y Eva en la educación de este hijo mayor.
Así hablan todos los egoístas, es decir, todos los ‘maleducados’. No saben dónde están sus hermanos. ¡Que no los ven, vamos! Y si no los ven, mal pueden preocuparse de ellos. Hacen verdad -  pero ¡de qué modo tan miserable y tan triste! - la afirmación de George Berkeley hace tres siglos: Esse est percipi. Existe lo que veo, en una traducción cómoda. Existimos porque Dios nos ve. Existen las cosas que percibimos. Y las personas. Podríamos pasarlo a nuestro lenguaje vulgar: “Lo que no me interesa, ni lo veo: no existe para mí”.

sábado, 5 de mayo de 2018

Crecer, y no solo en estatura...


En la revista rusa Tekhnika Molodezhi (algo así como Técnica Juvenil) apareció hace años un estudio de proyección de un ingeniero llamado Arseniev. Calculaba el crecimiento de la raza humana a partir de 1945 y a partir de los 10 centímetros que decía haber crecido el hombre en 30 años (crecimiento medio, claro está), aventuraba para el varón una estatura media en el año 2000 de 175 centímetros; 199 en el 2200; 238 en 2400… y aseguraba que en el año 3000 el hombre mediría, en términos medios, 577 centímetros y la mujer 238.
Me asusté pero me quitó el susto no creerlo. Aun no creyéndolo, yo pensaba: “En estatura física, no. Pero ¿crecerá el hombre medio en «humanidad», es decir, en todo lo que hace al hombre más hombre y menos animal?”.
Algunos años más tarde, es decir, ahora, tengo la respuesta. Y no es placentera. Porque la lógica me diría que el paso del tiempo haría que el hombre perfeccionase su ser. Superadas posibles dificultades de edad o de carestías personales, familiares, sociales, la admirable energía que el hombre atesora y puede orientar y su condición de ser comunitario, deberían haberle hecho crecer en dignidad, nobleza de espíritu, excelencia de ánimo, generosidad, apertura a los demás y sueños de elevarse sobre la tendencia animal de egoísmo para inundar su mundo con su grandeza natural. Con todos sus frutos. Con la sinergia (¡bonita palabra!) que se obtiene al unir la propia calidad con la de otros, con la de muchos, con la de todos.
Afortunadamente todo lo anterior es un hecho en muchos. Pero desgraciadamente no es un logro en todos. Observar la postura casi espontanea de reserva, de excusa de esfuerzo, de divergencia de valores y proyectos, de desencuentro con todos los “otros” con los que estoy llamado a  crear una sociedad nueva, mejor que la que encontré, me lleva a pensar que el individualismo se impone con su fuerza instintiva al mandato natural y difícil de “ser para los demás”.
En nuestra tarea educativa debe prevalecer esta inquietud como una necesidad existencial. Y debemos alentarlo de un modo explícito, entusiasta, alegre, constante, por encima de cualquier programa canijo en el que el “me importa mi yo” se imponga con toda su miseria.