Este
caballero andante de 68 años está afectado por un fuerte proceso bronquial. Y
ha recurrido a uno de los colonos de su explotación artiodáctila para acudir a
resolver asuntos propios en la ciudad desde su pueblo de Ghongking, en China.
El dócil portador tiene una alzada de 90 centímetros y pesa 250 kilos. No
sabemos su nombre, pero seguro que lo tiene. Ha sido un acierto el de este
ciudadano chino al escoger este medio tan fuerte y fiable, aunque un poco
lento, para sus viajes de ida y vuelta a la ciudad. Y seguro que le ha dado un
nombre. ¿Por qué no? La fama de algunos seres, entre ellos los que llamamos
animales, es decir, que tienen alma o soplo interior, ha nacido del desprecio
en que se han sentido crecer. Pero cuando el trato que reciben es de aprecio
aparece en ellos la amistad. Sí, la amistad.
Hablemos ahora de los habitantes de la llamada en
Inglés Pig Island. Es un
islote, hoy deshabitado, de los 700 de Exuma, que forman el rosario de las
Bahamas entre Cuba y La Española al Sur y los Cayos de Florida al Norte. Son
congéneres del dócil portador de Ghongking. Están
allí desde que, no se sabe cuándo, alguien los llevó para tener asegurada la
despensa suina. Pero hoy es meta de excursiones que las empresas turísticas
ofrecen a los desocupados turistas que viajan provistos de comida para ellos.
Desde la borda de la embarcación en que van se la regalan a los alegres,
limpios y lustrosos cerditos que, resueltos en su natación, acuden a recogerla.
¿Por qué no?
¿Y por qué damos
por perdidos a esos aspirantes a ser ciudadanos de la sociedad futura, cuando
los vemos indolentes, perdidos en un lenguaje que no dice nada, pero que
muestra su hambre y su sed por ser importantes y no lo logran porque no
encuentran quien confíe en ellos, quien se atreva a alimentar su alma (también
ellos tienen alma) haciéndoles sentir que son objeto de aprecio, de amor, de
deseo de verlos desprenderse de la costra ociosa en que crecen? Están esperando
– decía Don Bosco – “una mano amiga” que les ayude a mirarse como instrumentos
preciosos en una familia, en una asociación, en una sociedad que los necesita.
Cuaresma es el
tiempo cristiano de la limpieza de fondos. Un vino nuevo debe llenar de alegría
y luz nuestras barricas de esperanza y una increíble alegría debe empapar
nuestra conciencia por haber tendido nuestra mano amiga a quien nos pidió
confianza. ¿Por qué no?
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