miércoles, 18 de diciembre de 2013

La Galaxia z8_GND_5296…



… que les presento en foto reciente, se formó – dicen los entendidos - hace poco más de unos 13.000 millones de años, que es el tiempo que ha tardado su luz en llegar a la Tierra. Así, los astrónomos calculan que esa galaxia está a unos 30.000 millones de años luz de nuestro planeta. Y como un año luz es una unidad de distancia de 9.460.730.472.580 km., la galaxia de la que hablamos está de nosotros a una distancia en kilómetros de 28.401.913.177.400.000. 
Se trata, dicen, de la primera generación de galaxias que se formaron después del Big Bang, la “explosión” con la que comenzó todo lo material. Y dicen también los astrónomos que en esta galaxia que acaban de conocer, se formaron estrellas a un ritmo sorprendente, más de cien veces más rápido que en nuestra galaxia, la Vía Láctea, muy perezosa, pues. Y siguen diciendo que z8_GND_5296 contiene una masa de estrellas equivalente a unos mil millones de soles porque formaba unos 330 soles por año, es decir que duplicaba su masa estelar cada cuatro millones de años.
¿Vale la pena conocer algo tan grande, tan viejo, tan distante, tan indiferente para nosotros, tan inalcanzable…? Yo creo que sí por muchas razones que me rondan el espíritu. Pero me voy a referir a algunas tan profundas como la distancia que nos separa de la z8_GND_5296.
Vaya la primera. Conozco a algún muchacho al que le tiene sin cuidado saber o no saber y que nunca se ha planteado que investigar es una necesidad de quien es capaz de alejarse de la ignorancia y viajar hacia las zonas maravillosas de la realidad desconocida. Su esfuerzo por crecer en el conocimiento es nulo. Su indiferencia ante la posibilidad de salir de su propia tiniebla es casi absoluta. Esfuerzo es una palabra maldita. Y apatía es la condición más descansada que es precisamente lo que necesita: descansar por no hacer nada.        
La segunda pudiera ser ésta. Nos mueve muchas veces únicamente, o predominantemente, el interés por “lo nuestro”, por lo útil, por lo cercano, por lo fácil, por lo que no exige salir de nuestro pequeño y cómodo mundo. Consideramos el saber como un instrumento útil. Y cerramos la ventana a lo que ensancha nuestro saber, que es tanto como decir nuestro yo.

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