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lunes, 1 de julio de 2019

El mundo que nos toca respetar.


En la Escuela Superior Sant’Anna de Pisa (Italia) el Instituto de Bio-robótica ha ideado y realizado un sueño: un robot comeplástico. Es un robot cangrejo llamado Silver 2. Explora y limpia los fondos marinos. En el área marina protegida de Le Secche delle Meloria ha comenzado, de momento, su búsqueda de microplásticos.
Está a la espera de que le doten de un brazo con el que pueda recoger bolsas y botellas. Pero, mientras tanto, alienta la noticia de que se esté investigando en este ineludible proceso de liberarnos de la asfixia del plástico.        
Este regalo se debe a Marcello Calisti, colaborador de Cecilia Laschi, pionera en la robótica marina que ideó el primer robot “suave” inspirado en el pulpo, para combatir la contaminación del mar.
Un regalo como este debe servir para despertar en nosotros sentimientos y actitudes como las de admirar la pureza de la Naturaleza, la hermosura en todas sus dimensiones, la generosidad de los bienes que produce, la capacidad de regenerarse cuando se lo permitimos, el placer de vivir en un mundo tan diverso, tan luminoso, tan generoso, tan constante en darse y rehacerse.
Pero, al mismo tiempo, no debemos ni podemos permitir que junto a nosotros haya quien malviva y maltrate esa nobleza natural del mundo (“mundo” significa limpio, hermoso) del que somos parte, del que recibimos todo lo que tenemos de “natural”,  del que seremos parte íntima cuando hayan pasado muchos años de nuestra presencia sobre él. 

martes, 4 de junio de 2019

El pobre Nakuru en el Día del Medio Ambiente


Todo hace pensar que es una triste verdad. Triste, pero, desgraciadamente, verdad. Leemos en la prensa: “El lago Nakuru, en el oeste de Kenia y famoso por sus flamencos rosados y sus rinocerontes, está «muerto» debido a la contaminación”.
El Gobierno de Kenia promueve una investigación. Y el ministro de Turismo Najib Balala expone: «El parque ha sido famoso por su gran número de flamencos, pero muchos de ellos se han ido a otras zonas». Y afirmó, después de haber recorrido ese privilegiado parque nacional, que no había visto ningún ejemplar de los «cinco grandes»: león, elefante, rinoceronte, búfalo y leopardo.
No es, ni mucho menos, un hecho único y ni siquiera raro. Si giramos nuestra atención por nuestro contorno (más o menos de verdad “nuestro”) lo comprobamos con seguridad y, tal vez, con desaliento.
Porque el precioso parque que hasta ahora hemos llamado familia (familia de sangre o de corazón: hijos y educandos) se nos mustia por la contaminación.
Se me ocurren dos caminos de los muchos que con seguridad apunta la visión que tenemos de nuestro mundo: la exclusión y la fortaleza. El primero es casi impensable, pero no de un modo absoluto, especialmente si va unido al segundo.
Con limpieza y firmeza en la definición y descripción de contaminantes, podemos  indicar los caminos que podemos y debemos (o no debemos) recorrer con amigos, conocidos, luminosos e iluminados que se nos presentan en la vida. Sin convicciones estamos perdidos. Y una de esas convicciones debe ser la de que si ponemos un pie en el fango estamos haciendo fácil hundirnos en él: excluir el camino del lodo es un deber ineludible.
Es más difícil el camino de la fortaleza. Pero suele ser el menos cuidado, porque es el menos grato. Es camino de exigencia. Y la sociedad civil o familiar en la que respiramos no cultiva precisamente la exigencia. Cree que respeta si concede, que si halaga, gana. Y está convencida de la necesidad de conceder para evitar rechazos. Y así ni respeta ni forma. 
Lo halagüeño debilita la voluntad. Y con una voluntad débil no hay ganas de lanzarse a lo noble, a lo alto, a aceptar el golpe del mazo, la herida del buril, la mancha del pincel. Y de ese modo cultivamos parques en los que no brotan ni la vida ni la belleza. Sin embargo y a pesar de todo, estamos gozosamente invitados a algo que es posible: cultivar en el campo que se nos confía la esplendidez de una cosecha feraz.

sábado, 23 de marzo de 2019

Un canal de plástico.


El mal que contemplamos en esta imagen, tomada de un video hecho en Manado, Indonesia, no es un mal único o extraño. Todo eso y todo lo que escupen los muchos ríos de plástico que van a ahogar a los océanos, son una amenaza evitable y un reflejo aturdido de nuestra conducta, la de los hombres, vergonzosa.
Sesenta kilómetros más al Sur se retiró del agua, hace cuatro meses, una ballena muerta, con seis kilos de plástico en el estómago.
Ocean Conservancy, organización no gubernamental con sede en Washington, asegura que China, Indonesia, Filipinas, Vietnam y Tailandia arrojan al mar el 60 por ciento de los residuos de plástico que hay en los océanos. Indonesia, que trabaja contra esta plaga, es la segunda, después de China, en esta contaminación.
El mal mayor, sin embargo, está en la cabeza y en el corazón  de los que contribuimos a este asesinato de la Naturaleza. Nuestra indiferencia (pensemos en la  de nuestros hijos y educandos) lleva a nuestras manos un instrumento asesino sin pensar que lo es. Es el primer fallo en nuestra educación, la propia y la de nuestros dependientes.
“¡Si no mancha!, ¡Si no corta!, Si no pesa nada!...”, es una respuesta insensata (porque no pensamos) y criminal (porque aceptamos la propia complicidad) sobre el hecho de la muerte lenta (más o menos lenta), imparable (ahí y en muchos otros sitios están los instrumentos con los que convivimos alegremente mientras el cadáver de la Naturaleza, sin hedor, brillante, ligero… nos acusa de indolencia, vagancia y egoísmo insensible. 

miércoles, 17 de octubre de 2018

Fanjingshan: vasta y espléndida montaña.


China es, recordémoslo, uno de los países más extensos del mundo. Cerca de la ciudad de Tongren, en la  provincia sur-occidental de Guizhou, hay un monte muy especial, hasta el punto de que la Unesco lo ha incluido en su Lista del Patrimonio Unesco.
Es el Monte Fanjingshan que se encuentra en la cadena montuosa Wuling con un área que va más allá de los 400 kilómetros cuadrados. ¿Y qué tiene de especial Fanjingshan para que se le distinga de este modo? Pienso que entre otras razones poderosas, aunque seguramente no la de mayor fuerza, está la suntuosidad de su estructura. Pero, sin duda, el hecho de que la biodiversidad de su naturaleza sea de una riqueza casi impensable la hace merecer esa distinción. En su seno crecen cerca de 4.395 especies de plantas diversas. En esto de contar los chinos son muy expertos. Y 2.767 especies de animales, con la particularidad de que algunas de ellas solo existen allí.
Cuidar de ese admirable, extenso y variado mundo es un deber que nos incumbe  a todos, aunque nunca vayamos a aquellas excepcionales tierras. Pero el hecho debe animar en nosotros un sentimiento semejante hacia nuestro aparentemente pequeño y  pobre mundo en que vivimos. 
¿Pequeño y pobre? ¡De ningún modo! ¡En absoluto! El mundo en que vivimos es igual que el de Fanjingshan: vasto y espléndido. Pero depende de nosotros que siga siendo así. Si nuestra mente es corta, nos parecerá vivir encerrados en una odiosa covacha sobre la que solo cabe protestar y quejarse. Si nuestro corazón es estrecho viviremos siempre amargando un mundo que es amargo por nuestra propia miseria moral.
Los hombres que han hecho grande a su familia, a su sociedad y a su patria han sido los que supieron encender la llama del entusiasmo de los demás con el propio entusiasmo de hacer de lo aparentemente débil un enérgico instrumento de servicio y de entrega.

martes, 2 de octubre de 2018

Las Ocas del Segrino.


El grande y precioso lago de Como no es el único lago del Comasco, como llaman los italianos a esta privilegiada zona del Norte de Italia en el que están Como y su espléndido lago. Hay otros lagos, no menos dignos y atrayentes, aunque más pequeños y menos invadidos por el turismo, como es el lago  Segrino. Tan atractivo que todos los días recibe a un fiel grupo de patos, les ofrece alimento, les brinda un baño y los acoge con agrado. Hasta las siete de la tarde. No los echa. Se van ellos. Y vuelven puntualmente a casa respetando siempre el paso peatonal y pasando en grupo para no alterar el tráfico rodado del final del día.      
“Las ocas se ponen siempre en fila india y una de ellas se para en el centro de la carretera para controlar que todo el grupo pueda pasarla con seguridad. Es increíble. Podemos poner a punto el reloj a su paso. Se han convertido en nuestras mascotas”, relata un testigo.
Los animales aprenden del hombre algunas rutinas. Y el hombre aprende de algunos animales algunas virtudes. No vale lo dicho para que imitemos a los patos del Segrino. Pero sí para volver sobre nuestros pasos y constatar que caminamos siempre con prudencia y sabiduría, con respeto a las normas y a las personas, sobre todo a las más débiles. Porque es más frecuente de lo que advertimos, que pisamos terrenos que nos son nuestros con nuestras críticas y lecciones cívicas y morales.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Pingüinos Reales en peligro de extinción.


La foto es de 1982. Está hecha sobre una pequeña isla, Ile des cochons, (de fácil traducción) del Océano Índico, camino del Polo Sur, bajando casi en línea recta desde Madagascar.
No lo vas a creer, pero los estudiosos afirman que, en los treinta y cinco años transcurridos hasta ahora, el número de pingüinos reales que la habitan ha descendido de casi dos millones a sesenta mil. Los que usan porcentajes dicen que la disminución ha sido del ochenta y ocho por ciento. Y lo peor es que parece que es inútil pensar en hacer algo. Porque no saben qué ha pasado, por qué ha pasado y, casi naturalmente, qué hacer.   
No es un fenómeno único. En muchas dimensiones de la población, de las costumbres, de las necesidades, de las actitudes, de las prácticas y… de la educación sucede algo parecido. Es corriente escuchar: ¿“Por qué ahora…?”, ¿“A qué se debe…?”, “¿Qué ha pasado que ahora sucede…?”.
No advertimos, pienso, en la hondura que produce en las costumbres (llamémoslo así) contemporizar, dejar pasar, no dramatizar, “¡no es para tanto!”, “¡eso se arregla solo!”… Y hemos aprendido a tragar.
Lo que condenamos ayer no nos parece tan malo hoy y aceptamos que tal vez sea bueno mañana. Cuesta ir contracorriente. No queremos pasar por intransigentes, no aceptamos ser “los únicos” que dicen ¡No! a lo que la mayoría está diciendo que… “Bueno” y algunos “Muy bien”.
La “costumbre” no es un fenómeno de crecimiento ni de mejora de la calidad. Es la cesión a la comodidad, a la inercia, a la identificación singular, a la natural dejadez… Cuando no a la cobardía, al instintivo dejarse llevar, a la insidia, al socavamiento de un edificio bien levantado. El criterio se tambalea, la voluntad desfallece.     
No dejarnos dominar por la somnolencia o la insensatez o despertar a tiempo debe hacernos prestar una atención optimista y creciente a la sublime misión que tenemos de consolidar personas cabales. 

jueves, 19 de julio de 2018

Bonobos: la simpatía y el altruismo.


Los Bonobos no vienen aquí para que aprendas sobre ellos, sino para que, si es oportuno, aprendamos de ellos. Pero, de paso, recordemos que son chimpancés y que su nombre científico, que te sonará mucho, es Pan Paniscus Chimpancé pigmeo y Chimpancé enano o grácil. Porque existe otro género Pan que es el Pan troglodytes, nombre mucho más elemental, que es el chimpancé común.
Los que los han estudiado, por ejemplo Frans De Wall o Jingzhi Tan, dicen cosas como estas: son altruistas, ayudan a desconocidos aunque no se les pida, aunque no se les agradezca o pague de algún modo, y parecen felices de poder hacerlo. Desde luego que, cuando comparten la comida, la comparten de verdad. Es más, se ha hecho una prueba: se ha hecho pasar uno por uno a dieciséis por un recinto aislado de otro contiguo. Podían alcanzar media manzana que pendía sobre ellos; y después de alcanzarla la tiraban al recinto contiguo si en ella había otro bonobo.
En pruebas de simpatía o empatía por medio de videos con bonobos de la familia o desconocidos que bostezaban, los bonobos espectadores lo hacían también. Y los estudiosos lo atribuían a un “contagio emotivo” o a un deseo de identificarse con otros de los que sabían que pertenecían a su misma condición.
El comportamiento humano es fruto de muchos factores que nos hacen mucho más complejos que los bonobos. Si su comportamiento, como hemos podido observar, es instintivo, deberíamos reflexionar lo que hay o no hay de “instintivo” es decir, de  natural de los “tesoros” que podemos pulir con nuestra persona y advertir si el noble instinto de altruismo ha quedado empañado en ellos y a qué factor se puede atribuir.
Tal vez estamos a tiempo de intervenir prudentemente y, sin eliminar las riendas que la prudencia deben orientar sus actitudes y actos, sugerir que la ”simpatía”, en su sentido más genuino, no es sino la aportación mutua y natural que nos ayuda a ser mejores.

domingo, 24 de junio de 2018

Lo "cómodo" no puede educar...


Quedó varado en la costa meridional de Tailandia, hace unas semanas, un calderón, es decir, una ballena piloto o delfín. No hacía lo que los científicos de habla inglesa les atribuyen como spyhopping, elevarse sobre la superficie para espiar. Lo hacía para morir en la playa.  El biólogo marino Thon Thamrongnawasawat, de la Universidad Kasetsart de Tailandia, no tuvo dudas: “Con 80 bolsas de plástico en el estómago no puede vivir”. ¡Ocho kilos de porquería insoluble en vez de alimento asimilable!
Por mucho que me apene el plástico, mi reflexión no va contra él, sino contra el hombre que se envuelve, con el plástico y con muchas actitudes vitales, en el criterio de adoptar la comodidad como norma para vivir mejor.
Nuestra responsabilidad como educadores de una materia moldeable no puede ser la de admitir que lo importante es no esforzarse. Y, sin embargo, el mercado de productos y métodos de hoy suele crecer cuando se ofrece la posibilidad de no sufrir, no esforzarse, no exigirse.      
Da pena oír la respuesta de un muchacho que empieza un nuevo periodo de su formación como futuro profesional y, sobre todo, como actual persona: “¡Es muy difícil!” “¡No se acaba nunca!”, “¡No me gusta!”, “¡No hay quien lo trague!”
El plástico fue (o nos pareció que era) un invento admirable. La solución a un montón de problemas. Pero tal vez no advertimos el mal que lleva en su entraña.
Y la reflexión que sigue, por si pudiese afianzar convicciones, es que no podemos educar acudiendo al criterio de lo cómodo como criterio que lo preside todo.
Los hombres más grandes de la historia se hicieron grandes siempre en medio de la dificultad o, al menos, del esfuerzo. Porque son la dificultad y el esfuerzo los alimentos espirituales que hacen al hombre compresivo, acogedor, emprendedor, pertinaz en el bien, en la generosidad, en la renuncia…       
Hubo quien, teniéndolo todo a su alcance, quisieron hacer el camino en la penuria de medios y de ayudas. Sabían que lo importante al final del camino no es tener, haberlo hecho, sino ser, haber sido capaz de luchar y vencer, haberse preparado para darse y dar. 

viernes, 25 de mayo de 2018

Elusur Macrurus (en vías de extinción).


Esta tortuga tan extraña, a la que tachan de punk por su melena verde, es, con todos los respetos, un bicho raro. No lo era todavía a mediados del siglo pasado cuando se buscaban y llevaban a casa como mascotas. Tanto que hoy quedan poquísimas y viven amedrentadas temiendo desaparecer a manos del hombre. El nombre que le han puesto puede significar Huidizo Rabilargo y hacen muy bien en ocultarse.
Se encuentra solo, que se sepa, en ríos de Australia. En uno de ellos, el río Mary, la captó en su cámara el fotógrafo australiano Chris Van Wyk cuando, buceando en busca de tesoros naturales perdidos, se le apareció hace diez años.
La melena que luce no le es propia: es un llamativo postizo de algas que no le sirve para hacerse notar, sino, todo lo contrario, para pasar desapercibida en la vegetación del río. Debajo de la mandíbula le crecen dos picos que son barbas sensitivas. Y los grandes ojos capaces de hipnotizar, es un decir, lucen un azul claro natural de la especie. Es capaz de permanecer bajo el agua 72 horas, respirando por los orificios de sus órganos de reproducción.
¿Para qué asomarse a este extraño elusor con estas líneas? Los que hemos vivido un poco en este maravilloso mundo podemos constatar que han desaparecido de la vida, del uso, de la costumbre no sólo objetos ya inservibles, sino actitudes, apreciaciones, observaciones, ¡admiraciones!... ante personas, instituciones, valores, costumbres que debieran seguir sirviendo de escuela para la vida. El respeto, la honradez, la generosidad, la apertura al otro, la acogida serena y cálida de lo bello y bueno, el cultivo de modos de conducirse, de reaccionar, de crecer que ennoblecen, debiéramos proponerlos como tesoros y metas, los responsables de formar a los que nos van a suceder en la construcción de familias e instituciones que valgan la pena.

jueves, 22 de marzo de 2018

La Familia: tres generaciones bajo un mismo techo.


Es difícil ser justo cuando se pretenden definir los rasgos que modelan a un personaje. Y más si, como en el caso de Ezra Weston Loomis Pound (1885-1972), sus flancos son tantos, su vida tan larga, sus aficiones tan pasionales, sus adhesiones tan comprometidas, su expresión tan definitiva...
Pero no es nuestro deseo entrar en ese mundo complejo. El parecer de cada uno, alimentado sin duda por el propio ambiente, se supondrá acertado según el punto cardinal de donde le llega el aire que respira.
Deseamos, en cambio, acercarnos a los versos que siguen (de Encargo) que no nos dejan en absoluto indiferente. 
¡Oh, qué asqueroso resulta
ver tres generaciones reunidas bajo un mismo techo!
Es como un árbol viejo con retoños
y con algunas ramas podridas y cayéndose.

Pienso que un árbol como el que describe Pound es siempre noble. No inspira asco ni rechazo, ganas de alejarse de él o deseos de que ya no exista, sino admiración, envidia, agradecimiento, propósito de copiar sus virtudes. Y esto no lo siente solo el viejo que se ve reflejado en su compleja imagen, sino también el adolescente al que Pound invita a abandonarlo. Porque con su vista puede apreciar que se encuentra ante un ser en el que se aúnan el nacimiento y el ocaso, la vida y la muerte, el vigor y la flaqueza, la generosidad y el egoísmo.
Pound se refiere a la familia como declara en los dos primeros versos. Porque tiene miedo de que en la familia se contagien de abajo arriba la sensatez, la paciencia, la bondad, la espera, la humildad, la mesura… ¡la aceptación de la caducidad! que anida en todo ser vivo.

domingo, 4 de marzo de 2018

Roatán: luchando contra el mal.


La República de Honduras, como sabes, tú que sabes todo, es un país de América situado en el centro de América Central, casi a la mitad del gran istmo que une las dos Américas y abierta al mar Atlántico. Tiene al Norte y el Este el Mar Caribe​. Y sus tierras, continentales e isleñas, tienen una extensión de 112.492 kilómetros cuadrados. ​La forman 18 departamentos para más de 8 millones de habitantes multiétnicos con cuatro grupos: blancos, mestizos (lencas, misquitos, tolupanes, chortis, pech, tawahkas), garífunas y criollos de habla inglesa. En Honduras existen unas 8.000 especies de plantas, alrededor de 250 de reptiles y anfibios, más de 700 especies de aves y 110 especies de mamíferos.
Las Islas de la Bahía (Utila, Roatán y Guanaja donde Colón, sin saberlo, descubrió el cacao), con un agradable clima tropical, son una meta deseada para quienes desean disfrutar del buceo. Pero…
Te ruego que te asomes ahora a la foto que preside nuestra reflexión. Se ve un toldo sobre la borda de un barco. Y a la derecha, el mar. ¡Pero un mar de plástico! Debajo está el agua, sí, pero el mar que vemos es un vertedero de plástico y espuma de poliestireno que afecta profundamente a estas islas y hasta a las playas de Omoa.
Las quejas ante el Gobierno de Guatemala, desde donde llega, advierten de que la mayor parte de los residuos vertidos al río Motagua llegan aquí. Pero esas quejas no alcanzan solución. Porque hoy nadie sabe qué camino eficaz se debe emprender para librar  a la espléndida Naturaleza de esta maldición de la modernidad.
Pero en este modesto observatorio del Mundo (Mundo significa Limpio) interesa, por encima de todo, hacer notar la presencia del mal, invitar e impulsar, si es posible, una lucha sin tregua ni desánimo contra todo lo que contamina, ennegrece y embrutece la belleza admirable de la infancia y la juventud.  
La resignación suele ser el refugio cómodo y cobarde al que recurrimos con frecuencia. ¿Qué se puede hacer? ¿Qué puedo hacer yo?... ¡Hoy, hoy, hoy…! El Hoy lo hago yo, puedo hacerlo yo, debo hacerlo yo. Vivir, como padre y maestro de vida, cerca de los hijos que modelan esa vida. Convertirme, no en un hombre cansado porque ya he hecho bastante, porque no hay remedio, porque ¿qué vamos a hacer…?, sino en un artista que transmita la estima, la belleza del amor-amor, la limpieza de vida frente al derrotismo del que respira el polvo de la resignación ante el aire limpio del esfuerzo.

martes, 27 de febrero de 2018

La Opuntia Ficus- Indica: lección de pedagogía.


Los científicos llaman a la chumbera Opuntia Ficus-Indica. Pero las lenguas menos clásicas la conocen como Nopal, Tuna (con muchos apellidos), Tunera, Alquitira, Cardón de México, Choya, Higo de Barbaria, Higo de pala, Higo de México, Higuera de plata, Nopal castellano, Palera, Penco, Tasajillo…
Y es una planta y son unos higos a los que deberíamos prestar más atención y ofrecer más estima por muchas razones. Los entendidos nos dirían todas. Aquí vamos a ir por lo sencillo.
Se trata de un cactus de origen mexicano, cultivado con atención (o presente con respeto por sus pinchos) desde hace siglos, en la costa de todo el Mediterráneo. Ofrece grandes valores que no pueden ignorarse en la vida práctica económica. Por ejemplo, bebe poco. Soporta casi sin inmutarse la pérfida contaminación del aire al absorber grandes cantidades de dióxido de Carbono. Tiene propiedades nutricionales excelentes. Crece en áreas semidesérticas. Es listo como él solo y abre sus estomas de noche y realiza los cambios gaseosos para la fotosíntesis cuando la temperatura es más suave por lo que corre menos riesgo de perder líquido por la evaporación. Almacena en sus grandes palas el agua sobrante y vive en zonas donde la lluvia es escasa. Puede utilizarse como alimento humano, pasto para los animales, fuente de vida para insectos con los que se producen colorantes naturales. Protegen el suelo al dificultar la desertificación. Se comen sus higos, se pueden comer sus palas jóvenes  en ensalada, sopas y fritos...
Por todo ello hay zonas de Europa, por ejemplo Sicilia, en las que se cultiva con éxito agrícola y económico. 
No estamos invitando a cultivar higos chumbos. Estamos invitando a desmoronar la torpeza de los educadores, padres y maestros, que descartan a niños y adolescentes, jóvenes y maduritos… porque les gustaría que los frutos de nuestra educación se diesen en muchachos brillantes, prometedores, guapos y simpáticos. ¿De verdad que hemos tratado de intuir el valor oculto en un muchacho huraño, poco agraciado, con mal tipo, fácil para el enfado, de pocos amigos, apartado del resto…? ¿No hemos pensado que, como cualquier muchacho, sobre todo porque se siente inseguro, porque no confía en sí mismo, porque cree que se le orilla y ha recibido frecuentes soflamas (de su padre, por ejemplo), necesita una mano amiga que se acerque a él, un corazón grande que manifieste sincero interés por él, un saludo que le haga sentir que se le tiene en cuenta, la invitación a charlar en un rato que le vaya bien, pedirle algún favor que nos pueda hacer…? 

lunes, 4 de diciembre de 2017

Todos somos Uno.

Elías Taberlet soñó siempre con tener un rebaño de ovejas y convertirse en dueño y pastor de ellas. Decía: "Comencé a acercarme al campo desde niño, cuando tenía seis años. Iba al campo con mi padrino y quedaba fascinado por el contacto con la naturaleza y con los animales. Después pensé que aquella pasión podía convertirse en trabajo. Mi familia me regaló una oveja cada uno: una la abuela, otra el padrino, otra mis padres... un regalo que fue un punto de partida para mi futuro”.
Esto sucedía hace pocos meses en Posada, en el Nordeste de Cerdeña.
No ha de extrañar el nombre del pueblo de Elías si en Cerdeña se encuentran pueblos,  lugares y ciudades que se llaman Cabras, Vallermosa, Iglesias, Teulada, Torres, Arenas, Palmas, Piscinas… (¡la historia!).
Y sucedió que una noche le robaron a Elías las ovejas. Se conoció el hecho y la tristeza de Elías, de 17 años. Y se organizó lo que llaman en aquel lugar una ”sa paradura”, “un gesto de solidaridad de la Cerdeña rural – como se lee en la crónica periodística de los hechos -: cada miembro de la comunidad regala una pieza.  Elías dice: “Ahora tengo 80; no olvidaré nunca esta generosidad”.
“Elías Taberlet – sigo copiando del periódico - se siente todavía un poco incrédulo, porque no pensaba que su historia iba a hacer tanto ruido. En cambio la aventura de este muchacho sardo, de Posada, que quiere ser pastor, se ha hecho famosa. Tanto por la joven edad de Elías, que tiene 17 años, como por lo que la historia supone, un símbolo de generosidad y de amistad.
 "No pensé en renunciar, pero estaba muy desilusionado…eran el regalo de mis parientes y la base de mi profesión".
Elías no quería que se conociese el hecho, pero el padrino envió una carta al diario “La nuova Sardegna” describiendo la tristeza del muchacho y lo que las ovejas suponían para él.
Se abrió un torrente de solidaridad en la que estuvo activa la web. Laura Laccabadora en Facebook propuso regalar algún animal al muchacho... “Tengo dos cabras: se las puedo regalar” “Yo no tengo animales pero le compro uno”. Y el grupo sardo Istentales organizó para Elías "sa Paradura", como se ha dicho.
“Ha sido emocionante; no dejaré nunca de pensar en lo que han hecho por mí”.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Los catídidos: esa maravilla desconocida.

Los catídidos, ¡vaya nombre!, son insectos de Centroamérica que se parecen, lejanamente, a los saltamontes. Otros, pero con residencia muy lejana porque son asiáticos, sobre los que me permito una profana y leve referencia, semejan hojas. Las hembras parecen hojas bonitas, como es natural, de color rosa, mientras que los machos son totalmente verdes. Los machos cantan sin cansarse hasta que encuentran su pareja.
La catídida que vemos arriba se llama Eulophophylum kirki. Y es muy rara. Rara de nombre, rara de aspecto, rara en número, rara en domicilio. Se encuentran solo, que se sepa hasta hoy, en Borneo. La mayor parte de los entomólogos los conocen solo de foto. Porque, además de existir solo en Borneo, su número es muy reducido. Borneo, como recuerdas, es una gran isla, con tres partes desiguales en extensión: la más grande, al Sur, es Kalimantan y pertenece a Indonesia. En el borde superior están dos zonas separadas, Sarawak y Sabah, que son de Malasia. Y, como incrustada en Sarawak, una superficie mucho más reducida, pertenece y lleva el nombre de Brunei. Pues en el Danum Valley Conservation Area del estado de Sabah se descubrió el año pasado, 2016, este curioso animal.
Los entomólogos, amigos y colegas, se cruzan datos sobre su “mundo” de búsqueda y hallazgos. Uno de ellos, George Beccaloni, inglés, recibía de un amigo fotos de catídidos americanos que no lograba clasificar. Y Beccaloni, a su vez, le enviaba una foto a Sigfrid Ingrisch, experto en catídidos asiáticos que, con temor de no acertar, le dio el nombre que ya conoces. 
Hasta aquí, en aburrida reseña, la entomológica. Y ahora, en no menos aburrida consideración, una posible aplicación práctica.
No es raro encontrarse, sin saberlo, con un precioso diamante entre los tesoros que se confían a nuestra labor de formadores. Y tal vez no nos damos cuenta de su valor. Porque nos parecen raros. Tal vez silenciosos, retraídos, aparentemente ajenos al aire que respiran los demás. Y nos contentamos con respetar su aislamiento sin darnos  cuenta de que necesitan una atención delicada y más profunda que solo podremos ofrecer cuando la amistad, el interés y el aprecio les haga saber que estamos interesados por ellos y que deseamos acompañarlos en su posible mirada crítica y tal vez justa sobre el mundo que los rodea.
Me recuerdan el arpa de Bécquer, “… de su dueña tal vez olvidada”.

jueves, 14 de septiembre de 2017

No vale todo...

Hace algunos meses pasó por la mente de algún privilegiado la idea de que estaría bien montar un concierto “Big night out”, ya sabes, en un zoo de Bristol.
Y acudieron algo así como 1400 personas. A los animales no se les invitó porque ya estaban allí, en su casa. Triste casa la suya, es decir, la que les habían asignado en la prisión.    
Un miembro de la Asociación Captive animals’ protection society grabó a los animales durante aquella demostración “artística”. Se observa claramente un desacostumbrado movimiento nervioso de los felinos de un lado para otro en su jaula. “Con un concierto como este, entre la música y el ir y venir de la gente, es natural que los animales sufran. No están acostumbrados a un guirigay semejante”.
En 2014 -se recuerda– hubo algo parecido en el zoo de Londres: uno de los asistentes a aquel disparatado espectáculo musical, por ejemplo, echó un vaso de cerveza sobre un tigre y otros intentaron tirarse al agua con los pingüinos. El revuelo de los medios sociales de expresión logró con su justa y enérgica protesta suspender para al futuro cualquier espectáculo como aquel.
Transigir no es una actitud noble, ni valiente, ni justa. Transigir es siempre una manifestación de debilidad, necedad y error. En nuestra noble misión educativa, en la que tratamos de proponer criterios, actitudes y actuaciones nobles, no cabe la más mínima concesión a la ordinariez, la chabacanería, la insolencia, la grosería… Cualquier debilidad de nuestra parte se convierte en permiso, concesión… e invitación al desorden.

martes, 22 de agosto de 2017

Agradecido? ¿Hay sentimientos?

¿Hay en los animales sentimientos? Me gusta acariciar un hecho más que conocido y viejo que tú recuerdas. Hace unos meses Brett Johnson, profesor de inmersión en la costa de la isla Cayman Brac, una de las islas del mismo nombre entre Cuba y Jamaica, narraba (y mostraba un video a propósito): "Vino hacia mí como para pedirme ayuda". Se trataba de un tiburón que nadaba suavemente hacia él y llevaba algo extraño clavado en la cabeza: ¡un cuchillo de 30 centímetros! Brett se sintió llamado a extraérselo y lo hizo. “Una vez que se vio libre del arma, sin duda agradecido, el animal se alejó rápidamente de allí”.
A nadie le extraña la conducta amiga, paciente, heroica de un perro hacia su amigo humano, grande o pequeño. Y contemplando escenas en las que observamos encantados esa actitud, quedamos asombrados.
¿Hay en los hombres sentimientos? Me pregunto esto porque el panorama que nos regalan los llamados medios despierta en mí dudas. ¡Claro que hay en los hombres sentimientos! El hombre (¡y la mujer mucho más!) es un manojo de sentimientos, un tesoro de sentimientos.
¿De dónde surge entonces la duda? De que ese panorama suele ser el que trafica con el interés, la morbosidad, el desahogo de los lectores, oyentes o espectadores  que quedan felices al comprobar que hay gente peor que ellos. Hay algo de esto. También atrae asomarse a hechos que tienen olor o sabor de misterio, de transgresión que uno no se atrevería a probar.
Pero lo que importa ante este mundo tan rico y serio de los sentimientos es que los eduquemos, porque podemos y debemos educarlos. Que los sentimientos se educan o no se educan en la familia, en la escuela, en los grupos, en las asociaciones lo demuestra la contemplación del comportamiento en la vida social, en la de los  medios, en la política, en tantas ocasiones de relieve más o menos sobresalientes ante las que nos preguntamos o decimos, por ejemplo, ¿De dónde ha salido este?, ¿Qué leche ha mamado este?, ¿Tendrá padre?, ¡Pobre madre!...
Los sentimientos se cultivan, se educan, se implantan con un comportamiento en el que el contagio se impone día a día, momento a momento, con cada aliento de la vida.

viernes, 23 de junio de 2017

La Encina de las Urracas.

Esta que ves aquí es una encina, el primer monumento vegetal de la historia de Italia a la que los toscanos llaman la Quercia delle Checche, la Encina de las Urracas. Mide 19 metros de altura, su tronco tiene un perímetro de casi 5 metros y su noble cabellera 34 metros de diámetro. Está rodeada por un simbólico abrazo para que nadie la humille desde el 15 de agosto de 2014, porque sufre las consecuencias del asalto de unos energúmenos que rasgaron una de sus nobles y enormes ramas haciendo lo que ellos llamaban una sesión de Tree Climbing. Es decir, haciendo el mono o el oso, se cargaron la rama que vemos a la derecha.
Y si es verdad (y parece que sí porque todo induce a creerlo) que tiene casi 400 años y que es casi seguro que figura en algunos de los preciosos fondos de bosque de la pintura del Renacimiento toscano, es natural que los débiles que veneramos la Naturaleza en todas sus formas, nos sintamos justamente rabiosos ante agresiones como esta.
Haces pocos meses visitaba con amigos un precioso paraje, el de la ermita sanabresa de Nuestra Señora de La Alcobilla, y admirábamos sus castaños a los que se atribuye la valiente edad de 1700 años. Dos jóvenes estaban haciendo un trabajo de control, bien documentado en sus apuntes, del estado de cada árbol y de cada una de sus impresionantes ramas.
Y me preguntaba y me sigo preguntando: ¿De qué modo cultivo en mí y en los que adornan mi vida (amigos, hijos, pupilos, nietos…) la veneración, el respeto y hasta el cariño hacia estos testigos seculares de la Historia? A veces se recibe de algunos la impresión de que el mundo vegetal les sirve solo para comer, para hacer leña, para guarecerse del sol y acaso y un poco de la lluvia…o, a lo más, decir ¡qué bonito! Cuando, aparte de ser un mundo grandioso, vivo y hermoso, sin el que la vida de este animal que llamamos hombre y el resto de los demás seres vivos no podría serlo, es un portentoso monumento natural que embellece la Tierra, la hace fecunda, sostiene la Vida y tira de nosotros.
¡Ojalá hubiese en las familias, en las escuelas, en los grupos y asociaciones una educación que enseñase a hacer una reverencia vital, profunda y convencida a esa bella parte del mundo que nos hace posible vivir!

martes, 11 de abril de 2017

Solo Mascotas? La mayor riqueza.

El 29 de Diciembre de 1880  se estrenó en el Théâtre des Bouffes Parisiens de París una ópera cómica de Edmond Chivot con libreto de Alfred Duru y Henri Charles Chivot. El título era La Mascotte. Parece que la palabra que le daba título pasó a aplicarse muy pronto en otras lenguas (Mascot en Inglés, Mascota en Español) para significar, como dijo bastantes años más tarde la Real Academia Española, Animal de compañía y también Persona, animal o cosa que sirve de talismán, que trae buena suerte.
Aseguran los estudiosos que ya por el año 9000 aC, año más año menos, había animales domesticados que hacían compañía al hombre, le ayudaban, lo defendían. No es muy diferente hoy, aunque la amistad entre seres vivos se da de un modo más vistoso entre el hombre y el perro. Hasta el punto de que se puede afirmar sin gran desvío que el hombre y el perro se aman. Los expertos en esto afirman que la compañía de un perro puede ayudar a que aumente o madure su inteligencia emocional.
Decía aquella niña que, con su familia y el veterinario, esperaban el efecto final de una inyección a un perro aquejado de cáncer: “Los perros mueren con doce años porque no necesitan tanto tiempo como nosotros para ser buenos”.
Dios nos dio un maravilloso regalo al crear a los perros. Son capaces de sentir amor de una forma tan profunda y noble que en muchos casos son modelos, maestros y médicos para los hombres. Ellos también tienen su cielo tras la muerte… ¡Seguro!
La mayor riqueza que puede obtener el hombre es el amor. El saldo al final de su vida está en cuánto ha amado y ha sido amado. Es el único valor que vale para la eternidad. Siendo inconmensurable la creación de Dios, se puede decir que el mayor de sus inventos es el Amor. ¿Quién sino Él puede inventar algo así? Pensemos lo que sería la vida del hombre sin Amor.
Si amamos a los perros y ellos nos aman, ¿cómo no amar a los demás hombres?

domingo, 2 de octubre de 2016

Gerónimo no se llamaba Jerónimo.

Gerónimo no se llamaba Jerónimo, sino Goyahkla, expresiva palabra que significa Elquebosteza. Y pertenecía a los apaches del Oeste o chiricauas. En 1859, cuando Goyahkla tenía unos 30 años, un grupo de chiricauas acudió al campamento militar mejicano cercano a Sonora para comprar y vender. Militares mejicanos aprovecharon la ausencia de hombres en el campamento apache y asesinaron a todos los que pudieron. Entre ellos la madre, la mujer y tres hijos de Goyahkla. Y empezó la leyenda de Goyahkla al que ya llamaron Jerónimo. Bajo la persecución de los mejicanos, primero, y después de los norteamericanos, huye, ataca, es herido a muerte, es respetado como chamán que adivina, entona canciones misteriosas, posee clarividencia sobre hechos y personas, interpreta los signos de la Naturaleza... Y decía que no había bala capaz de matarle.
Cuando en 1876 el gobierno de los Estados Unidos decidió trasladar a los apaches de reserva en reserva de Arizona y Nuevo Méjico, Jerónimo volvió a ser lo que había sido: fue objeto de persecuciones y detenciones y sujeto de fugas y desapariciones… Se dice que hubo unos meses en los que hasta 5.000 soldados norteamericanos y 3.000 mexicanos intentaron acabar con él. Y los periódicos le convirtieron en el villano más temible y detestable de la nación.
Durante una de estas persecuciones, Jerónimo y sus hombres consiguieron tender una emboscada a la patrulla del ejército americano que los perseguía mandada por el teniente Marion P. Maus. Y para el teniente Marion Maus le pidió  en una carta a su General que le concediese a Gerónimo una condecoración por la valentía y el arrojo manifestados en el choque. 
En 1886 se rinde junto con un reducido grupo de 450 apaches. Se los traslada a una reserva en Florida y después a Alabama, donde una gran parte de ellos muere de tuberculosis y por fin a la reserva de Fort Sill (Oklahoma). Allí se hace cristiano, hace escribir su autobiografía y va a caballo a Washington para pedir al presidente Roosevelt que deje a su pueblo volver a Arizona. Murió en 1909 con más de 80 años tras la caída del caballo y haber pasado la noche en una zanja. 
Y repasados algunos pasos de Jerónimo, escuchemos algunas de sus palabras, llenas de la sabiduría de un hombre grande de espíritu que, sin duda, se manifestó violento solo para defender la dignidad de su pueblo: Cuando se abata el último árbol, la última playa quede envenenada y se pesque el último pez, el hombre se dará entonces cuenta de que el dinero no se come.

martes, 27 de septiembre de 2016

Ositos de agua.

Johann August Ephraim Goeze llamó, en 1773, Ositos de agua a unos animalitos diminutos (no pasan, los adultos, de medio milímetro) que viven sobre el musgo, el liquen y los helechos. A lo mejor ya los conoces. Son muy feos de aspecto y muy lentos en sus movimientos por lo que, cuatro años más tarde, Lazzaro Spallanzani los englobó con sus congéneres (más de mil especies) en el grupo de los Tardígrados, es decir lentos al moverse, como los osos. Y ya sabemos que Goeze los encontró con aspecto de osos. 
Pero no vendrían aquí si no fuese porque parece que son los seres vivos que más aguantan: la presión de 6.000 atmósferas; temperaturas entre los 200º bajo cero hasta los 150º por encima; pueden deshidratarse y vivir sin agua más de 10 años; soportan una radiación ionizante; sobreviven en alcohol puro y éter; van a la estratosfera (se los ha situado en el exterior de cápsulas espaciales) y vuelven de ella tan campantes; soportan la congelación como si tal cosa. Y pueden demostrar que siguen vivos después de 120 años en estado de criptobiosis, es decir, más o menos, vida aparente.
¿Cómo educamos, padres y educadores? ¿Tendemos a facilitar las cosas, la vida en sus diferentes manifestaciones? ¿Buscamos ahorrar a nuestros hijos el dolor que da crecer como árboles sanos, fuertes, retadores a pesar de que no todo lo que los rodea sea grato? “¡Que no sufra, pobrecito!”. “Si hoy ya hay aparatos que dan todo hecho”… Así resumimos muchas veces nuestra incapacidad de entender que no será grande el hombre al que nos hemos empeñado en criar como canijo.