martes, 15 de noviembre de 2016

Pylos, un ejemplo de arqueología.

El empresario prusiano Johann Ludwig Heinrich Julius Schliemann (1822-1890) soñó con comprobar que lo que se lee, por ejemplo, en la Ilíada, fue real y que aquella realidad se vivió en Troya, Micenas, Tirinto, Orcómono… Y a Troya y Micenas se fue para excavar la tierra y descubrir que su sueño era acertado.  
Con menos medios y más método se sigue excavando y excavando en muchos lugares del mundo. La arqueología se viste con la nobleza de descubrir el pasado. Y hace un año (mayo de 2015) un equipo de arqueólogos (Jack L. Davis y Sharon R. Stocker, de la Universidad de Cincinnati) encontró en las ruinas de Pylos, en el sudoeste de Grecia, la tumba de un guerrero que fue enterrado allí hace unos 3.500 años en una fosa a 2,50 metros de profundidad, dos metros de ancho y cuatro de largo. Guerrero importante si tenemos en cuenta el hallazgo: un ataúd de madera con los huesos de un hombre joven de entre 30 y 35 años. A la izquierda estaban las armas: una espada de bronce con empuñadura de marfil y oro y una daga con oro. A la derecha, cuatro anillos de oro con finas tallas minoicas y cerca de 50 sellos de piedra con imágenes de dioses y toros. Entre sus piernas había una placa de marfil en la que estaba tallado un grifo, criatura mitológica cuya parte superior es de águila y la inferior de león, que protegía a los dioses y a los reyes. También se encontraron copas de oro, plata y bronce, un espejo de bronce con mango de marfil y seis peines del mismo material. Todo lo que parecía que iban a necesitar para navegar con seguridad por el difícil camino del más allá.
¿Y a cuento de qué viene esta vieja historia para nuestra vida? A mí se me ocurren estas dos nimiedades: ¿Organizan los padres y formadores el futuro de sus pupilos de modo que en su futuro sobre la tierra esté provisto de todo lo que van a necesitar para vivir con dignidad su condición de hijos y de discípulos? Me refiero a la honradez, probidad, sentido de la justicia, grandeza ánimo, fortaleza, tesón, generosidad, tenacidad, limpieza de conciencia… Es decir, todo eso que cuando miramos  a nuestro alrededor o en nosotros mismos echamos de menos y nos gustaría no tener que echarlo así? ¿Intentamos despertar en ellos aprecio por esas condiciones de hombres maduros, estimulamos el deseo de crecer en estatura intelectual, perfección de alma, belleza de conducta, luminosidad de obras? 

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