sábado, 28 de marzo de 2015

Palabras, palabras, palabras...

… respondía Hamlet a Polonio que le había preguntado “¿Qué  leéis?”. Y a Horacio, al morir: “Lo que queda es silencio”.
Hace pocos días oí que el hombre se distanció - ¡y cómo! - de otros animales por el precioso movimiento del dedo pulgar, la visión frontal, la ingestión de carne y… la palabra.
Hablamos sin darnos cuenta de que la palabra es la cima de los instrumentos de que dispone el hombre. La palabra, que no es solo la emisión de un sonido, sino el regalo que podemos hacer a quien amamos u odiamos y el reflejo de lo más hondamente humano que existe: la mente, el alma. Dicen los que entienden de este mundo que con la palabra el hombre tiende (Boucher y Osgood lo llamaron hipótesis de Pollyanna hace casi cincuenta años) a comunicarse con un sesgo de positividad.
Estudiosos de Estados Unidos y Australia han dicho ahora que es verdad. Han tomado 100.000 palabras en 24 bloques y en 10 idiomas (español de México, francés, alemán, portugués de Brasil, coreano, chino, ruso, indonesio y árabe) de muy diversas fuentes y en todas ellas se ha comprobado que las palabras alegres priman sobre las tristes”. Sugieren que los resultados obtenidos prueban "una profunda huella de sociabilidad humana en el lenguaje", es decir se da en todos los bloques o corpus una tendencia hacia la positividad. Y - ¡atento! – las mayores tasas se identificaron en las páginas web en español”.
¿Será verdad? Si dudamos, ¿por qué no hacemos lo posible para que sea verdad? Está en nuestras manos, en nuestras palabras.
Repasad, por ejemplo, ahora que estamos en palestras de elecciones políticas, la medida de la positividad de los que hablan. Y de los que escriben. Y de los que comentan. Y de los que critican.
Los investigadores de los que hablamos han construido un hedonímetro, es decir, un  sistema de “medir” la felicidad que contiene un texto. Nos aprovecharía usarlo: tanto para medir la felicidad que vierte en nosotros lo que leemos o escuchamos como la que comunicamos con nuestras propias palabras o silencios. ¿Has visto sonreír a un delfín? Viven sonriendo.

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