sábado, 29 de noviembre de 2014

Familia Márquez.

Marc: "No puedo ser más feliz, es imposible. Y no solo por mí, y no solo por mi familia, y no solo por mi equipo, y no solo por Honda, que me ha ayudado tanto, sino porque es un premio muy grande, inmenso, para el trabajo que hemos hecho todos a lo largo de todo el año".
Álex: «Ni en los mejores sueños Marc y yo pensábamos en que podíamos ganar un título mundial el mismo año. Es un día increíble para la familia Márquez. Ha sido especial e increíble poder ganar aquí en Valencia. Un sueño que se ha hecho realidad y estoy muy feliz».
Todos los que han estado atentos saben que el pasado día 9, en Cheste (Valencia), Marc Márquez (24 años) conseguía su victoria 13 de la temporada en el Campeonato Mundial de MotoGP con 362 puntos, 7 más que el segundo clasificado. Y que su hermano menor Álex (18 años) se coronó como campeón mundial en Moto3 con 278 puntos, 10 podios y 3 victorias.  
Habéis prestado atención, sin duda, a que los dos se refieren a su familia como a una base fundamental. Ellos mismos son familia. Y así lo subrayan en los comentarios que hacen a su vida y a sus victorias.  

En esta página, que no es deportiva (pero que admira el deporte y cómo quisiera que los jóvenes lo practicasen) y que siente por la familia una veneración suprema,  es natural que acentuemos todos los rasgos que cerca o lejos de nosotros nos hacen comprender que todo el bien y todo el mal de cada joven, de cada ser humano, grande, pequeño o viejo, de la sociedad actual brota de la familia. Y que, si es deseable que el fruto de la familia sea siempre y en todas el bien, se cultiven en ella los valores que la hacen grande: el amor, sin el que no existe; la ternura, cuya falta la suple, si acaso, el orden de la escudería; la generosidad y la entrega, que es una forma de parto constante, diario; el altruismo incondicional, que es el camino para hacer de todos una solo corazón, como proclamaba Horacio de un entrañable amigo: “Mitad de mi alma”.

lunes, 24 de noviembre de 2014

"La Hija del Regimiento"

Las sensatas reflexiones de Javier Camarena con ocasión de su actuación como Tonio en la ópera de Gaetano Donizetti el pasado 7 de noviembre en el Teatro Real de Madrid son ya un testimonio, un maravilloso ejemplo y unas buenas noches llenas de sencillez y ardor.
Nació en Xalapa, México, hace treinta y cinco años, y es un tenor, según los entendidos, a la altura de los grandes cantores en ese difícil registro. En un breve intervalo del aria “Ah, mes amis", se llega nueve veces al do de pecho: una proeza. Escuchemos la sabia lección humana que nos da Camarena.
El éxito es “ir cosechando lo que se ha venido sembrando desde hace 20 años que es cuando empecé a estudiar formalmente. No ha sido fácil. Ha requerido mucho esfuerzo, mucha disciplina y situaciones difíciles. Pero ha sido un camino muy hermoso. Afrontar sacrificios, con todo lo que hayan podido doler, para después ver este abrazo, este reconocimiento, me hace pensar que todo ha valido mucho la pena. Me siento muy agradecido a toda la gente que tiene esta reacción. En Madrid, el comentario general es que el público es muy difícil de satisfacer, más en la cuerda de los tenores. Este cariño es una gran recompensa...

El estudio es muy exigente. Tan solo la carrera de música, la más corta, puede durar 8, 10 o 12 años. No son carreras cortas, son caras, tienes que invertir mucho, también en disposición y disciplina. A mí me decían, "agarra una guitarra, ponte a cantar. ¿Para qué quieres ir a una escuela?". No se trata sólo de tener talento natural sino que hay que desarrollarlo. Emplearse a fondo en el repertorio, pero también solfeo, armonía, Historia de la música. Y es una carrera en la que jamás terminas de estudiar, en la que cada compositor tiene su estilo, en la que te puedes especializar. Una ópera dura como mínimo dos horas. En algunas, estarás cantando prácticamente todo el tiempo. La preparación es constante. Lo que se ve es la punta del iceberg. E incluso eso te lleva un mes o mes y medio”.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Don Bosco siempre con los jóvenes.

Cada año, como sabes, repitiendo el gesto de Don Bosco en el Valdocco de su corazón, el Rector Mayor de los Salesianos regala a la Familia Salesiana un Aguinaldo espiritual. Este año y para 2015, año del bicentenario del nacimiento de Don Bosco,  don Ángel Fernández Artime nos  ofrece éste:

En el 140 aniversario de la primera expedición misionera de Don Bosco, el 11 de noviembre (1975-2015), la Dirección Central para la Comunicación Social nos presenta el póster del Aguinaldo que figura en el arranque de estas Buenas Noches.  Don Bruno Ferrero, Director del Boletín Salesiano de Italia, de quien ha surgido la idea representada en él, dice: "El sueño de los 9 años de Don Bosco, hoy, tal vez sería así". Se ha impreso en italiano, inglés, español, francés, portugués, polaco y alemán. El mismo P. Ferrero, para presentarlo y explicarlo, añade: "El sueño de los 9 años de Don Bosco hoy, tal vez sería así. Con los jóvenes en equilibrio entre el cielo y la tierra, suspendido y sin un verdadero punto de apoyo seguro, un punto estable que ofrezca ese mínimo de seguridad necesaria para empezar a vivir.
La pregunta de nuestro tiempo es: ¿Dónde están los adultos? Escondidos en el cúmulo de privilegios que han ganado, agotados, pesimistas, tienen poco que transmitir.
Los niños y los jóvenes deben "conformarse" con su pequeño bagaje moral de todos los días, viéndose en Facebook. Sin pasado ni futuro. Son verdaderamente pobres y abandonados.
Hay niños y adolescentes que creen que nunca podrán complacer a sus padres sin importar lo que hagan, y por lo tanto rechazan inconscientemente el mundo adulto y sus 'estúpidos' valores.
‘Mira’, dice María a Don Bosco. 'Aquí está tu campo, aquí es donde debes trabajar’. Don Bosco no tiene miedo, está habituado a caminar en una cuerda floja entre el cielo y la tierra. Solo él sabe llegar a los jóvenes donde están. Él va donde están los jóvenes. A todos les repite: ¿Queréis una vida cualquiera o queréis cambiar el mundo? Podéis contar conmigo. Yo voy con vosotros. La vida es una aventura maravillosa y juntos podemos lograrlo’.
Y a los educadores les pregunta: ‘¡Debéis demostrar, no enseñar!’. Y añade: ‘Los jóvenes saben lo que quieren, pero no saben lo que es realmente necesario para ellos. Estos jóvenes realmente necesitan una mano generosa, que cuide de ellos, los cultive, los guíe...'".
Con el presentación del póster llegan también estas líneas: «El póster del Aguinaldo 2015 es "Con los jóvenes, para los jóvenes" también por otra razón: una vez concebida la idea del póster, se hicieron los primeros bocetos con la ayuda del salesiano coadjutor Luigi Zonta de Turín. La elaboración gráfica fue desarrollada por el joven artista Luca Pontassuglia, de 20 años, animador del Oratorio salesiano de Vasto, que se formó en el grupo de los "Amigos de Domingo Savio". Estudió en la Escuela de Arte “B. Jacovitti” de Térmoli y, aun tan joven, cuenta ya con numerosos trabajos artísticos. En noviembre de 2012 por los diversos cuadros, pinturas, y esculturas realizadas con excelentes resultados, tuvo el reconocimiento como “Alfiere del lavoro” entregado por el Presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano».

viernes, 14 de noviembre de 2014

Cien por cien.


Cneo Pompeyo Trogo era voconcio. Como suena a insulto debo recordar a quien no lo tenga presente (¡han pasado tantos siglos!) que voconcios eran los naturales de una tribu de la Galia Narvonense. Este Trogo (galo él, pero ciudadano romano) vivió en el siglo I a.C., cuando los romanos estaban asentando sus huestes militares, sus ciudades más o menos civiles, su genio constructor y sus costumbres y calzadas en su Hispania. Y digo su, porque era nuestra, pero la hicieron suya. Y tuvo cierto relieve como historiador en tiempos del primer emperador, Augusto, y casi casi del insigne historiador Tito Livio. En realidad Trogo era más que historiador. Escribió sobre la Naturaleza, sobre animales y plantas. Y lo hizo tan bien que Plinio el Viejo escribió su Naturalis Historia bebiendo en las fuentes de nuestro Trogo.    
La obra principal de Trogo son las Historias Filípicas (¡44 “libros”!) sobre Filipo II de Macedonia y su hijo Alejandro Magno. Y para eso leyó detenidamente a los historiadores griegos Teopompo, Éforo, Timeo, Polibio… en la obra de Timágenes de Alejandría.
¿Y qué pinta aquí Cneo Pompeyo Trogo? Pues supongamos que nos conoció bien a nosotros, los hispanos, y escuchemos lo que escribió de nosotros: "... prefieren la guerra al descanso y si no tienen enemigo exterior lo buscan en casa". Y si añadimos lo que pensaba Lucio Anneo Floro, africano, que vivió un siglo largo más tarde, y que reflejó mucho y bien en su Compendio de la Historia Romana sobre las Guerras Cántabras, tendremos un retrato nuestro de hace veinte siglos: "La nación hispana no supo unirse contra Roma. Defendida por los Pirineos y el mar habría sido inaccesible. Su pueblo fue siempre valioso, pero mal jerarquizado".
Seguramente nos indigna que extraños como Trogo y Floro se metan con nosotros o contra nosotros. Pero, ¡atentos!, porque si lo hacemos, estaremos dándoles la razón.  

¿No advertimos en lo que decían algo muy propio de nuestro ser? ¿Hay remedio? ¿Preocupa a los que educamos acompañar desde pequeños a los que mañana han de poblar, relacionarse y mandar actitudes serenas, maduras y firmes de respeto y atención a los demás, de responsabilidad en la gestión de la propia vida, de grandeza en las relaciones con los demás, de honradez y austeridad en el manejo de la brida de nuestra vida y de las misiones que se nos confían? La vocación de dictadores que naturalmente llevamos dentro no puede ser la herencia que leguemos. Aprendamos, para poder enseñarlo, que el servicio es la única actitud que dignifica al hombre.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Amar?

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski (1821 - 1881) es, según el juicio del siempre certero Stefan Zweig (Tres maestros…), «el mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos». Una de sus obras  (la mitad de esa obra porque la segunda parte no la pudo escribir), Los hermanos Karamázof, publicada en noviembre de 1880 unos meses antes de su muerte es, según muchos, una de las obras más importantes de la literatura universal. Todos la conocéis. Y, si no, sería bueno que os acercaseis a leerla. Toda ella es alma, fervor, pasión, dolor, bondad, malicia, fe, devoción, compasión, cariño entrañable, odio, crueldad...
La página manuscrita del libro V que encabeza este comentario es como un reflejo de ese mundo atormentado. En él tiene voz la señora Khokhlakof: “... al amar, trabajo por un salario y exijo recibirlo inmediatamente en forma de elogios o de un amor como el mío. De otro modo no me es posible amar a nadie...” y el starets repuso: “Eso mismo me dijo hace ya mucho tiempo un médico amigo mío, hombre inteligente y de edad madura. Se expresaba tan francamente como usted, aunque bromeando con cierta amargura. Me decía: ‘Amo a la Humanidad pero, para sorpresa mía, cuanto más quiero a la Humanidad en general, menos cariño me inspiran las personase en particular, individualmente. Más de una vez he soñado apasionadamente con servir a la Humanidad, y tal vez incluso habría subido al Calvario por mis semejantes, si hubiera sido necesario; pero no puedo vivir dos días seguidos con una persona en la misma habitación; lo sé por experiencia. Cuando noto la presencia de alguien cerca de mí, siento limitada mi libertad y herido mi amor propio... Apenas me pongo en contacto con los hombres, me siento enemigo de ellos”.

¿Te pasa a ti lo mismo? A mí, sí. ¿Y tengo remedio para ello? El mismo que Fiódor vivió aplicándolo a su corta vida de sesenta años. El lema lo escribió en la cabecera de esta afortunadamente larga novela y figura en la lápida de su tumba en el cementerio Tijvin del Monasterio de Alejandro Nevsky, San Petersburgo: En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere produce mucho fruto. Evangelio de San Juan 12:24

martes, 4 de noviembre de 2014

Sam Van Aken.

Un huertecito del estado de Nueva York, a punto de desaparecer, se ha convertido, según cuentan los periódicos, en el escaparate de un prodigio. En la foto anterior se puede contemplar uno de los dieciséis árboles, fruto de una impensable iniciativa. Sam Van Aken, profesor de la Syracuse University y, sin duda, también poeta, soñador, artista, decidido y emprendedor, lo adoptó hace seis años, y en uno de sus árboles frutales hizo cuarenta injertos de otros tantos árboles de frutos de hueso. Albaricoques, melocotones, almendras, nectarinas, cerezas, ciruelas… y así hasta cuarenta frutos diferentes, son ahora testigos de algo que nos puede servir de reflexión y ejemplo.  Y en primavera del gozoso premio a una decisión como la de Sam.
Parece que el injerto es cosa antigua: de los chinos hace cuatro mil años. Plinio el Viejo (23-79 dC), es decir, Gaius Plinius Secundus, dos milenios después, describía el injerto de púa. Nuestro ilustre Gabriel Alonso de Herrera (1513) en su Agricultura General (tomo IV) se refería con amplitud a este noble campo de los cultivos. Y tres siglos más tarde el francés André Thouin (1821) habla nada menos que de 1.119 tipos de injertos.
Basta el enunciado de los hechos para que broten espontáneas algunas reflexiones. Me limito a dos. ¿Cuál fue la semilla que en el pensamiento de Sam le llevó a emprender el camino que le ha conducido hasta aquí? ¿En qué medida cuentan la imaginación, la decisión, la tenacidad para ello? ¿Cuánto tiempo, intentos, fracasos, vueltas a empezar… hicieron falta para llegar a un final tan asombroso? Y (esto es lo que nos importa más): ¿En qué medida y de qué modos fomentamos, en nuestro serio cometido de educadores, el afán no solo por saber, sino especialmente por emular, por imaginar, por conseguir, por luchar, por innovar, por crear, por esforzarse, por sentir que siempre hay un más y un más allá que conquistar…?    
El triunfo de Sam parece un retrato del triunfo de la unidad de los Estados Unidos de América. Es el resultado de querer ser lo que se es, buscar una tierra nueva para poder serlo, aceptar la carestía, los sueños, el esfuerzo hasta la violencia (no siempre las cosas se hacen bien), el sudor, la conquista, la aceptación de todos y la identificación de todos en una nación que no tiene nombre propio, salvo el del injerto que le ha dado vida.

Hay naciones (aparentemente consolidadas desde hace siglos) en las que la diferencia, el distanciamiento, la envidias, el asqueroso egoísmo, la trapacería, las zancadillas son fruto y retrato del alma de sus habitantes. Habitantes en los que llevar la contraria, ladrar, morder parecen ser necesidades sin las que es imposible mantener a flote la propia dignidad y prestancia.