viernes, 21 de febrero de 2014

Yamal.



La capital de Yamal, en el Ártico, es Salekhard. Yamal significa en la lengua de los nénets “Fin del mundo”. Los nénets, los khantys y los selkup son los tres grandes grupos de pobladores de Yamal. Yamal es una península que tiene una extensión equivalente a un poco más de la cuarta parte de la de España. Allí está la fuente de la que se extrae la mayor parte del gas natural de Rusia. Con decir que al año se obtienen más de ocho millones de toneladas. Y hay renos, muchos renos. Bueno, medio millón de renos, si no nos paramos a contarlos con mucha atención. Renos nómadas que van y vienen según el momento del año en busca de pastos. Y que cuidan miles de pastores, igualmente nómadas, que dicen que a ver qué va a pasar con sus vidas si Gazprom, el monopolio ruso, le hinca el diente y les agujerea su  permafrost: ya sabes, el terreno helado de aquella latitud.  

La vida está condicionada para estos nómadas por la temperatura de su tundra. Veamos: por ejemplo, la media (¡media!) más baja, en 1900, fue de 11º bajo cero. La más alta, en 1940, de – 3º. Y la media más frecuente, entre -6º y - 7ºC.       

Hace algunos días veía un reportaje sobre la vida de aquella gente, encorsetada en espesos refajos, manguitos, perneras y gorros de piel. No es para menos. Y no se quejan. Lo más admirable de sus encendidas caras, pequeñas y grandes, según las edades, es su contento. Estoy seguro de que no se trataba del que produce que a uno le saquen en una foto. En sus tiendas, fuera de ellas, con los renos, en los juegos, durante la comida… ¡no se quejan! ¡Sonríen siempre!

Vivimos (al menos a mí me parece vivir) en un mundo en el que la queja, la protesta, el pinchazo al vecino y al lejano, al conocido y al ignorado, al pariente y al de DNI distante, el descontento, echar de menos no se sabe qué… es frecuente, en algunos casos, continuo y diría (¿pero quién soy yo para afirmarlo?) que patológico.

¿No ha pensado usted en aportar al mundo, al menos al mundo pequeño o grande que le rodea, una brizna de luz, una ráfaga de aire limpio, una chispa de calor? Somos nómadas, aquí abajo o junto al río Obi de la Siberia helada. No hagamos de nuestra casa un mausoleo de lona o de piedra o de humor negro en el que el huésped se nos quede de hielo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.