miércoles, 31 de diciembre de 2014

Navidad.

Luciano Cammaroto, milanés, pedagogo, maestro de niños, escritor prolífico de comedias para niños, fábulas, cuentos y poesías, dice de sí: “Escribo para no perderme las posibilidades que ofrece el mundo de la imaginación: me gusta jugar…”.
Y leemos entre sus cosas: “Creía que habían matado a Jesús, y hoy lo he visto dando un beso a un leproso. Creía que habían borrado su nombre y hoy lo he oído en los labios de un niño. Creía que habían  crucificado sus manos bondadosas y hoy lo he visto curando una herida. Creía que habían atravesado sus pies y hoy lo he visto caminar por las calles de la gente pobre. Creía que Jesús había muerto en el corazón de los hombres, pero he entendido que Jesús resucita también hoy cada vez que un hombre tiene compasión de otro hombre”.

Después de haber leído esta declaración de encuentros con Jesús por parte de un hombre de ojos limpios, de corazón grande y de alma luminosa es justo comprender que, aunque creamos que no está estos días que llamamos de Navidad bajo las luces de las ciudades y de las casas, tras los papeles brillantes en tantos lugares que parecen arropar o sustituir al cariño, más allá de los espumosos y los turrones en demasía, de los villancicos nobles o destemplados, en los brazos de reencuentros familiares, en las veladas del hogar, en la pobreza de los tugurios, en la escasez de los débiles, en la soledad de los aplastados por el abandono, la separación, el engaño… Jesús está presente y tanto más cercano cuanto mayor sea o parezca el vacío de las vidas. Porque “Jesús resucita también hoy cada vez que un hombre tiene compasión de otro hombre”.

viernes, 26 de diciembre de 2014

La Vida!

Sin duda habéis visto la misma escena que yo. Kanpur es una de las ciudades más pobladas de Uttar Pradesh, Provincia del Norte, en la India. Tan al norte que linda con Nepal. Tiene casi tres millones de habitantes y está situada junto al río Ganga (nosotros decimos Ganges probablemente para que no resulte tan barato).  Pues en la estación de Kanpur, llena de gente que espera la llegada de los trenes, hace unos días un ágil mono se sube a un poste que sostiene cables con corriente eléctrica y cae fulminado. ¿Muerto? Eso parece. Allí  mismo se ven otros dos monos de la misma raza. Uno de ellos mira, si es que mira, al mono inmóvil con cierta indiferencia. En cambio el otro, con una decisión asombrosa y unos movimientos nada suaves, recoge al desfallecido, con la boca estimula una y otra vez enérgicamente y, según parece, sin resultado, el cuello, lo zarandea como a un pelele y le deja caer en el agua que hay en la zona entre andenes. Lo saca, lo golpea, lo vuelve a tirar al agua hasta que el pobre pingajo desmayado empieza a ser de nuevo un amigo con movimiento y vida. ¿Cuánto tiempo? Tal vez veinte minutos.
¿Qué reflexión ha despertado en mí este episodio entre animales, en la cercanía del cumpleaños de Jesús, es decir, de la celebración de su nacimiento? Todo en la Vida de nuestro divino Salvador es, por una parte, estima y aliento de la vida y, por otra, ejemplo de servicio, de que nos interesen los demás, de que ver a un hermano en necesidad debe hacer que salten en nuestros pensamientos, en nuestras decisiones, en nuestros actos ese coraje que nos hace ser de verdad humanos, hermanos.
Cuando la Navidad se nos reduce a pasarlo bien, a desear y tratar de pergeñar con otros y para otros, una felicidad que se disuelve en nada, hemos perdido el hermoso oficio del creyente en el Amor que se hace inmenso cuando el Otro se convierte en yo mismo.  

martes, 23 de diciembre de 2014

Mustela Putorius Furo.

Ahí donde lo ves erguido, desafiante, decidido, atento, con orejas pequeñas pero bien orientadas, de colores sencillos pero variantes, con un morro fruncido pero voraz… tienes el retrato de un hurón. Puede ser albino y casi negro. Come carne y alguna que otra fruta de vez en cuando. Y pesa entre uno y dos kilos. Es un animal domesticable y cariñoso. Pero sigue siendo un animal que busca rincones donde encontrar presas, como sabes, y encontrarse seguro. Lo llaman mustela porque tal vez tiene una extraña forma alargada, como de gavilla. Es putorius porque desprende un olor no muy agradable. Y es furo porque es fur, ladrón que se mete en la madriguera de conejos y animales parecidos, es decir, en casa ajena, para buscar el sustento. O para ayudar al hombre a sacarlos de ella.     
¿Tiene algo que ver hurón y hurgar? Pues seguramente. Porque hurgar es furicare en Latín, que en español es hurtar. Pero hurtar excavando, escarbando, rebuscando, minando, revolviendo, rascando, erosionando, hozando…
Traigo al hurón a nuestra reflexión (podría valer también el marrano) porque se me ha ocurrido muchas veces que los que llamamos medios de comunicación son en nuestro mundo cercano y con mucha frecuencia medios de hurgar eficazmente. Si esos medios son producto de la sociedad que los engendra todo lo que antecede puede y debe aplicarse también a ella. Parece como si lo hiciese para prestar un favor a la libertad de expresión. Si es verdad lo que dicen, ¿por qué no se puede, por qué no se debe decir?
¿Y dónde se aprende a hacer eso? ¿En las escuelas especializadas? ¿Se llaman facultades porque facultan a hacer lo que estamos describiendo?
Mi convicción es que la escuela del huroneo es la familia. La familia en la que se habla de todo y de todos, se juzga y se califica a todos caiga quien caiga, se alimenta de trapos sucios, se ejercita el rejoneo sin caballo ni alguacil, enseña a ensañarse con el mundo, a encasillarlo y condenarlo sin descubrir que, al hacerlo, se está fecundando jueces sin seso y ciudadanos sin corazón.

Nuestro deber de educadores nos debe llevar a alimentar la mirada, el juicio y la expresión de respeto hacia los que llamamos semejantes pero a los que muchas veces tratamos de esclavos de nuestro desprecio.

jueves, 18 de diciembre de 2014

MedCiencia.

Si tienes un tanque como el de la figura y te lo llevas a Siberia donde hace mucho frío y lo lavas bien por dentro con una corriente muy caliente de agua y lo dejas herméticamente cerrado para que descanse de la paliza que le has dado, puedes encontrarte con que, de repente, el tanque se quede como en la figura: para el arrastre.
Esto lo cuenta el interesantísimo blog MEDCIENCIA, explicando, además por qué pasa eso. El aire y el vapor que han quedado dentro (por muy bien que se haya vaciado el tanque) se contraen de volumen por el frío (¡estamos en Siberia, donde el frío no es moco de pavo!), se siguen contrayendo, contrayendo…  y, ¡zas!, la presión exterior, que es la normal, comprime la estructura metálica y… ¡ya ves!
¿Y con esto? Vamos a lo que nos parece una posible aplicación, aunque parezca traída por los pelos.
“La educación es cosa del corazón”, decía don Bosco. “No se educa si no se ama” decía también. “No basta que quieras al niño, al joven que educas; deben sentir que los quieres”: también Don Bosco. Es el camino para que aprendan a amar.          
No nos damos cuenta, pero, a veces por pasarnos y a veces por no llegar, no preparamos a nuestros hijos para el aire en que necesitarán respirar cuando no sorban ya el de la familia. Hay muchachos que reniegan (a veces con toda la razón) de la educación recibida. Puede ser que no lo hagan con palabras. Pero lo hacen, y esto es lo peor, con la vida. No han recibido la capacidad interior de soportar la presión de eso que llamamos sociedad y que no es sino la corriente de egocentrismo que nos modela a las gentes de hoy. Si de sus padres, de sus educadores no han recibido el talante especial que se llama madurez afectiva de respetar, apreciar, colaborar o ayudar (¡o hasta dar la vida!) al “otro”, reventarán de egoísmo o sentirán la implosión de no saberse útiles, ni disponibles, ni entregados, ni lanzados a una obra que cure en la medida en que se pueda, alguna de las muchas y con frecuencia graves heridas que hace el individualismo en la extremadamente gastada piel del “otro”, de los ”otros”, de la engreída sociedad.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Adviento.

Un viejo y buen amigo, padre de familia y rico de experiencias, me escribe en este Adviento con los sentimientos que florecen cuando se mira el mundo desde los brazos del Padre que nos ha regalado a su Hijo, al que ya no esperamos porque, afortunadamente ya está con nosotros. Usamos con demasiada insistencia en este Adviento de lo que llamamos Liturgia y de nuestra vida desesperanzada verbos y tiempos de los antiguos creyentes, de los perseguidos en la Historia, del Antiguo Testamento, para pedir a Dios lo que ya nos ha dado. Y, pidiendo que venga, puede suceder que pensemos tanto en nosotros mismos que no nos demos cuenta de que camina a nuestro lado. Puede suceder que seamos discípulos llorosos de Emaús, presuntuosos albaceas de un fracaso inesperado que no es ya el fracaso de un Profeta y de su profecía, sino del de quienes no hemos sabido comprender que lo que creímos profecía es ahora Vida, Vida en abundancia, Vida completa y definitiva porque es Vida divina que se nos ha dado en plenitud.
Escribe mi amigo:                     
“… Y yo que, sin saber de Dios ni de su enorme misterio, solo entiendo ya la vida bajo la luz de sus palabras; y yo que le negué y le escondí, y me avergoncé de su nombre y ahora sólo encuentro razón en el milagro de su ejemplo; y yo que le pedí lo imposible y ahora sólo le pido su mano tibia y su amor sin descanso; y yo que pequé y renegué de Él, vuelvo a Él como un cordero descarriado o un pájaro sin nido; y yo, que tanto bebí del árbol de la ciencia y que tanta fe puse en negar la exactitud de Su existencia...vuelvo ahora, ¡ahora!, a Él  como un niño fatigado a dormir en sus brazos...”.

“Estas palabras pueden hacer nacer esperanza, bondad y amor pues no son mías. Vienen del dolor con el que mi Padre me ha probado y al que no puedo fallar. Él no dio a su Hijo ni un día de descanso... ¿Quién soy yo para darme un mérito? Solo digo lo que me inspira su ejemplo. Y a propósito de Dios entiendo ahora el mundo y rechazo la razón. El vendrá a nosotros en poco tiempo. Vuelven la esperanza, la alegría y el gozo. Pero no debemos equivocarnos: la Pureza de María es la prueba de que estamos ante la Verdad límpida y el Hijo que nos dio la prueba exacta de que estamos ante un mensaje cierto. Cuando leo el Evangelio encuentro verdades que nadie ha podido explicar y cuando reflexiono sobre sus textos lo entiendo todo, todo lo que ningún hombre ha podido explicar. Solo soy un niño extasiado por algo que no entiendo, pero que me hace temblar de emoción...”.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Mensaje para quienes tengan simpatía por María (Ángel, RM)


Amigas y amigos: escribo este saludo pensando en el día 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción. Pero ¿saben? No pensaba referirme ahora al dogma de esta fiesta, sino compartirles una convicción desde la Fe. Algo más vivencial.

Y esto vivencial es: Me encanta precisamente imaginarme a la Virgen María como Madre, como mamá, tal y como lo expresa esta estatua de un templo. Qué realidad tan natural, tan humana y tan bella al mismo tiempo. Y me encanta imaginarme a esa joven muchacha (casi poco más que adolescente que era María en ese momento), y que SE FÍA DE DIOS, LOCAMENTE, HASTA EL FINAL, AUNQUE NO ENTIENDA NADA, AUNQUE NO SEPA POR QUÉ LE CAMBIARÁ TANTO LA VIDA... Simplemente CONFÍA EN DIOS Y LE DICE SÍ. Y no sólo un día, sino un día y otro y otros muchos...
Y les confieso que me basta con pensar esto para que me sienta profundamente atraído por esta talla de MUJER-CREYENTE-LIBRE que ha sido después la mamá del Hijo de Dios.
Después, en la devoción, nosotros le ponemos vestidos lindos, joyas, coronas..., PERO MARÍA DE NAZARET no fue así, sino que fue esa joven QUE SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS, SIN PONER NINGUNA CONDICIÓN.
¿Qué les parece el desafío? ¿Qué ocurriría si cada uno de nosotros fuésemos capaces de hacer lo mismo? FELIZ FIESTA DE NUESTRA MADRE. Que su Hijo por medio de la intercesión de su MADRE les bendiga. Feliz día de la Inmaculada. Angel. R.M.
Y esto vivencial es: Me encanta precisamente imaginarme a la Virgen María como Madre, como mamá, tal y como lo expresa esta estatua de un templo. Qué realidad tan natural, tan humana y tan bella al mismo tiempo. Y me encanta imaginarme a esa joven muchacha (casi poco más que adolescente que era María en ese momento), y que SE FÍA DE DIOS, LOCAMENTE, HASTA EL FINAL, AUNQUE NO ENTIENDA NADA, AUNQUE NO SEPA POR QUÉ LE CAMBIARÁ TANTO LA VIDA... Simplemente CONFÍA EN DIOS Y LE DICE SÍ. Y no sólo un día, sino un día y otro y otros muchos...
Y les confieso que me basta con pensar esto para que me sienta profundamente atraído por esta talla de MUJER-CREYENTE-LIBRE que ha sido después la mamá del Hijo de Dios.
Después, en la devoción, nosotros le ponemos vestidos lindos, joyas, coronas..., PERO MARÍA DE NAZARET no fue así, sino que fue esa joven QUE SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS, SIN PONER NINGUNA CONDICIÓN.
¿Qué les parece el desafío? ¿Qué ocurriría si cada uno de nosotros fuésemos capaces de hacer lo mismo? FELIZ FIESTA DE NUESTRA MADRE. Que su Hijo por medio de la intercesión de su MADRE les bendiga. Feliz día de la Inmaculada. Angel. R.M.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Mirlo.

Tomo de LA VOZ DE GALICIA, del pasado 14 de noviembre de 2014, este reportaje.  
La canción de cuna de Chris Picco a su bebé antes de morir".
El cantante californiano pidió llevar la guitarra a cuidados intensivos, después de perder a su mujer en el parto
El estremecedor vídeo de Chris Picco cantando una canción de los Beatles a su bebé prematuro que agoniza en una incubadora ha dado la vuelta al mundo en Youtube. Lennon nació el 8 de noviembre, cuando solo habían pasado 24 semanas de gestación. Su madre, Ashley Picco murió después de que se le practicara una cesárea de emergencia. Tres días después murió el pequeño.
Chris Picco es un músico californiano que, a través de su página web, anunció el pasado agosto la llegada en febrero de su primer hijo. Tras la trágica noticia del fallecimiento de su mujer, el cantante pidió al hospital Universitario Loma Linda, de Los Ángeles, poder acceder a la zona de cuidados intensivos con su guitarra, pues recordaba cómo el bebé «se movía cuando él cantaba durante el embarazo». Un amigo grabó la tierna imagen del músico cantando la canción «Blackbird» de Los Beatles a su hijo Lennon, que está en el interior de una incubadora. Finalmente, Lennon Picco murió el pasado 11 de noviembre, en los brazos de su padre.
El vídeo subido a Youtube ha superado en pocos días el millón de reproducciones.
«La vida de nuestra querida Ashley se cegó trágicamente el fin de semana pasado. Su amado bebé resistió con nosotros brevemente por unos pocos días más», según una necrológica publicada e Internet, informa AFP.
Chris Picco contó su tragedia en su perfil de Facebook: «He sido bendecido y honrado de amarlo antes de que él se formara, de alentarlo mientras su mamá lo llevaba, de encontrármelo cara a preciosa cara, y de sostener su perfecto pequeño cuerpo mientras decíamos "Adiós por ahora". No hay palabras, pero quería mantenerlos informados, ya que vuestro amor y apoyo ha significado más que nada en el mundo. Todo lo que necesitas es amor». Además, un portavoz de su familia explicó que el cantante pasaría los próximos días con su familia”.

Y lo he transcrito porque es el poema más bello que se puede recitar para embelesarse  y embelesar en la contemplación de lo más grande, más maravilloso, más alto, más valioso, más sublime, más delicado, más combatido, menos comprendido por energúmenos que pueblan los estratos sociales, políticos y económicos de la sociedad. Cuando se fracasa en la familia y con la familia se ha participado del suicidio social del futuro, porque se ha cometido el crimen de ahogar lo único divino que hay en el universo: el amor hecho vida humana, la familia.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Familia Márquez.

Marc: "No puedo ser más feliz, es imposible. Y no solo por mí, y no solo por mi familia, y no solo por mi equipo, y no solo por Honda, que me ha ayudado tanto, sino porque es un premio muy grande, inmenso, para el trabajo que hemos hecho todos a lo largo de todo el año".
Álex: «Ni en los mejores sueños Marc y yo pensábamos en que podíamos ganar un título mundial el mismo año. Es un día increíble para la familia Márquez. Ha sido especial e increíble poder ganar aquí en Valencia. Un sueño que se ha hecho realidad y estoy muy feliz».
Todos los que han estado atentos saben que el pasado día 9, en Cheste (Valencia), Marc Márquez (24 años) conseguía su victoria 13 de la temporada en el Campeonato Mundial de MotoGP con 362 puntos, 7 más que el segundo clasificado. Y que su hermano menor Álex (18 años) se coronó como campeón mundial en Moto3 con 278 puntos, 10 podios y 3 victorias.  
Habéis prestado atención, sin duda, a que los dos se refieren a su familia como a una base fundamental. Ellos mismos son familia. Y así lo subrayan en los comentarios que hacen a su vida y a sus victorias.  

En esta página, que no es deportiva (pero que admira el deporte y cómo quisiera que los jóvenes lo practicasen) y que siente por la familia una veneración suprema,  es natural que acentuemos todos los rasgos que cerca o lejos de nosotros nos hacen comprender que todo el bien y todo el mal de cada joven, de cada ser humano, grande, pequeño o viejo, de la sociedad actual brota de la familia. Y que, si es deseable que el fruto de la familia sea siempre y en todas el bien, se cultiven en ella los valores que la hacen grande: el amor, sin el que no existe; la ternura, cuya falta la suple, si acaso, el orden de la escudería; la generosidad y la entrega, que es una forma de parto constante, diario; el altruismo incondicional, que es el camino para hacer de todos una solo corazón, como proclamaba Horacio de un entrañable amigo: “Mitad de mi alma”.

lunes, 24 de noviembre de 2014

"La Hija del Regimiento"

Las sensatas reflexiones de Javier Camarena con ocasión de su actuación como Tonio en la ópera de Gaetano Donizetti el pasado 7 de noviembre en el Teatro Real de Madrid son ya un testimonio, un maravilloso ejemplo y unas buenas noches llenas de sencillez y ardor.
Nació en Xalapa, México, hace treinta y cinco años, y es un tenor, según los entendidos, a la altura de los grandes cantores en ese difícil registro. En un breve intervalo del aria “Ah, mes amis", se llega nueve veces al do de pecho: una proeza. Escuchemos la sabia lección humana que nos da Camarena.
El éxito es “ir cosechando lo que se ha venido sembrando desde hace 20 años que es cuando empecé a estudiar formalmente. No ha sido fácil. Ha requerido mucho esfuerzo, mucha disciplina y situaciones difíciles. Pero ha sido un camino muy hermoso. Afrontar sacrificios, con todo lo que hayan podido doler, para después ver este abrazo, este reconocimiento, me hace pensar que todo ha valido mucho la pena. Me siento muy agradecido a toda la gente que tiene esta reacción. En Madrid, el comentario general es que el público es muy difícil de satisfacer, más en la cuerda de los tenores. Este cariño es una gran recompensa...

El estudio es muy exigente. Tan solo la carrera de música, la más corta, puede durar 8, 10 o 12 años. No son carreras cortas, son caras, tienes que invertir mucho, también en disposición y disciplina. A mí me decían, "agarra una guitarra, ponte a cantar. ¿Para qué quieres ir a una escuela?". No se trata sólo de tener talento natural sino que hay que desarrollarlo. Emplearse a fondo en el repertorio, pero también solfeo, armonía, Historia de la música. Y es una carrera en la que jamás terminas de estudiar, en la que cada compositor tiene su estilo, en la que te puedes especializar. Una ópera dura como mínimo dos horas. En algunas, estarás cantando prácticamente todo el tiempo. La preparación es constante. Lo que se ve es la punta del iceberg. E incluso eso te lleva un mes o mes y medio”.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Don Bosco siempre con los jóvenes.

Cada año, como sabes, repitiendo el gesto de Don Bosco en el Valdocco de su corazón, el Rector Mayor de los Salesianos regala a la Familia Salesiana un Aguinaldo espiritual. Este año y para 2015, año del bicentenario del nacimiento de Don Bosco,  don Ángel Fernández Artime nos  ofrece éste:

En el 140 aniversario de la primera expedición misionera de Don Bosco, el 11 de noviembre (1975-2015), la Dirección Central para la Comunicación Social nos presenta el póster del Aguinaldo que figura en el arranque de estas Buenas Noches.  Don Bruno Ferrero, Director del Boletín Salesiano de Italia, de quien ha surgido la idea representada en él, dice: "El sueño de los 9 años de Don Bosco, hoy, tal vez sería así". Se ha impreso en italiano, inglés, español, francés, portugués, polaco y alemán. El mismo P. Ferrero, para presentarlo y explicarlo, añade: "El sueño de los 9 años de Don Bosco hoy, tal vez sería así. Con los jóvenes en equilibrio entre el cielo y la tierra, suspendido y sin un verdadero punto de apoyo seguro, un punto estable que ofrezca ese mínimo de seguridad necesaria para empezar a vivir.
La pregunta de nuestro tiempo es: ¿Dónde están los adultos? Escondidos en el cúmulo de privilegios que han ganado, agotados, pesimistas, tienen poco que transmitir.
Los niños y los jóvenes deben "conformarse" con su pequeño bagaje moral de todos los días, viéndose en Facebook. Sin pasado ni futuro. Son verdaderamente pobres y abandonados.
Hay niños y adolescentes que creen que nunca podrán complacer a sus padres sin importar lo que hagan, y por lo tanto rechazan inconscientemente el mundo adulto y sus 'estúpidos' valores.
‘Mira’, dice María a Don Bosco. 'Aquí está tu campo, aquí es donde debes trabajar’. Don Bosco no tiene miedo, está habituado a caminar en una cuerda floja entre el cielo y la tierra. Solo él sabe llegar a los jóvenes donde están. Él va donde están los jóvenes. A todos les repite: ¿Queréis una vida cualquiera o queréis cambiar el mundo? Podéis contar conmigo. Yo voy con vosotros. La vida es una aventura maravillosa y juntos podemos lograrlo’.
Y a los educadores les pregunta: ‘¡Debéis demostrar, no enseñar!’. Y añade: ‘Los jóvenes saben lo que quieren, pero no saben lo que es realmente necesario para ellos. Estos jóvenes realmente necesitan una mano generosa, que cuide de ellos, los cultive, los guíe...'".
Con el presentación del póster llegan también estas líneas: «El póster del Aguinaldo 2015 es "Con los jóvenes, para los jóvenes" también por otra razón: una vez concebida la idea del póster, se hicieron los primeros bocetos con la ayuda del salesiano coadjutor Luigi Zonta de Turín. La elaboración gráfica fue desarrollada por el joven artista Luca Pontassuglia, de 20 años, animador del Oratorio salesiano de Vasto, que se formó en el grupo de los "Amigos de Domingo Savio". Estudió en la Escuela de Arte “B. Jacovitti” de Térmoli y, aun tan joven, cuenta ya con numerosos trabajos artísticos. En noviembre de 2012 por los diversos cuadros, pinturas, y esculturas realizadas con excelentes resultados, tuvo el reconocimiento como “Alfiere del lavoro” entregado por el Presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano».

viernes, 14 de noviembre de 2014

Cien por cien.


Cneo Pompeyo Trogo era voconcio. Como suena a insulto debo recordar a quien no lo tenga presente (¡han pasado tantos siglos!) que voconcios eran los naturales de una tribu de la Galia Narvonense. Este Trogo (galo él, pero ciudadano romano) vivió en el siglo I a.C., cuando los romanos estaban asentando sus huestes militares, sus ciudades más o menos civiles, su genio constructor y sus costumbres y calzadas en su Hispania. Y digo su, porque era nuestra, pero la hicieron suya. Y tuvo cierto relieve como historiador en tiempos del primer emperador, Augusto, y casi casi del insigne historiador Tito Livio. En realidad Trogo era más que historiador. Escribió sobre la Naturaleza, sobre animales y plantas. Y lo hizo tan bien que Plinio el Viejo escribió su Naturalis Historia bebiendo en las fuentes de nuestro Trogo.    
La obra principal de Trogo son las Historias Filípicas (¡44 “libros”!) sobre Filipo II de Macedonia y su hijo Alejandro Magno. Y para eso leyó detenidamente a los historiadores griegos Teopompo, Éforo, Timeo, Polibio… en la obra de Timágenes de Alejandría.
¿Y qué pinta aquí Cneo Pompeyo Trogo? Pues supongamos que nos conoció bien a nosotros, los hispanos, y escuchemos lo que escribió de nosotros: "... prefieren la guerra al descanso y si no tienen enemigo exterior lo buscan en casa". Y si añadimos lo que pensaba Lucio Anneo Floro, africano, que vivió un siglo largo más tarde, y que reflejó mucho y bien en su Compendio de la Historia Romana sobre las Guerras Cántabras, tendremos un retrato nuestro de hace veinte siglos: "La nación hispana no supo unirse contra Roma. Defendida por los Pirineos y el mar habría sido inaccesible. Su pueblo fue siempre valioso, pero mal jerarquizado".
Seguramente nos indigna que extraños como Trogo y Floro se metan con nosotros o contra nosotros. Pero, ¡atentos!, porque si lo hacemos, estaremos dándoles la razón.  

¿No advertimos en lo que decían algo muy propio de nuestro ser? ¿Hay remedio? ¿Preocupa a los que educamos acompañar desde pequeños a los que mañana han de poblar, relacionarse y mandar actitudes serenas, maduras y firmes de respeto y atención a los demás, de responsabilidad en la gestión de la propia vida, de grandeza en las relaciones con los demás, de honradez y austeridad en el manejo de la brida de nuestra vida y de las misiones que se nos confían? La vocación de dictadores que naturalmente llevamos dentro no puede ser la herencia que leguemos. Aprendamos, para poder enseñarlo, que el servicio es la única actitud que dignifica al hombre.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Amar?

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski (1821 - 1881) es, según el juicio del siempre certero Stefan Zweig (Tres maestros…), «el mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos». Una de sus obras  (la mitad de esa obra porque la segunda parte no la pudo escribir), Los hermanos Karamázof, publicada en noviembre de 1880 unos meses antes de su muerte es, según muchos, una de las obras más importantes de la literatura universal. Todos la conocéis. Y, si no, sería bueno que os acercaseis a leerla. Toda ella es alma, fervor, pasión, dolor, bondad, malicia, fe, devoción, compasión, cariño entrañable, odio, crueldad...
La página manuscrita del libro V que encabeza este comentario es como un reflejo de ese mundo atormentado. En él tiene voz la señora Khokhlakof: “... al amar, trabajo por un salario y exijo recibirlo inmediatamente en forma de elogios o de un amor como el mío. De otro modo no me es posible amar a nadie...” y el starets repuso: “Eso mismo me dijo hace ya mucho tiempo un médico amigo mío, hombre inteligente y de edad madura. Se expresaba tan francamente como usted, aunque bromeando con cierta amargura. Me decía: ‘Amo a la Humanidad pero, para sorpresa mía, cuanto más quiero a la Humanidad en general, menos cariño me inspiran las personase en particular, individualmente. Más de una vez he soñado apasionadamente con servir a la Humanidad, y tal vez incluso habría subido al Calvario por mis semejantes, si hubiera sido necesario; pero no puedo vivir dos días seguidos con una persona en la misma habitación; lo sé por experiencia. Cuando noto la presencia de alguien cerca de mí, siento limitada mi libertad y herido mi amor propio... Apenas me pongo en contacto con los hombres, me siento enemigo de ellos”.

¿Te pasa a ti lo mismo? A mí, sí. ¿Y tengo remedio para ello? El mismo que Fiódor vivió aplicándolo a su corta vida de sesenta años. El lema lo escribió en la cabecera de esta afortunadamente larga novela y figura en la lápida de su tumba en el cementerio Tijvin del Monasterio de Alejandro Nevsky, San Petersburgo: En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere produce mucho fruto. Evangelio de San Juan 12:24

martes, 4 de noviembre de 2014

Sam Van Aken.

Un huertecito del estado de Nueva York, a punto de desaparecer, se ha convertido, según cuentan los periódicos, en el escaparate de un prodigio. En la foto anterior se puede contemplar uno de los dieciséis árboles, fruto de una impensable iniciativa. Sam Van Aken, profesor de la Syracuse University y, sin duda, también poeta, soñador, artista, decidido y emprendedor, lo adoptó hace seis años, y en uno de sus árboles frutales hizo cuarenta injertos de otros tantos árboles de frutos de hueso. Albaricoques, melocotones, almendras, nectarinas, cerezas, ciruelas… y así hasta cuarenta frutos diferentes, son ahora testigos de algo que nos puede servir de reflexión y ejemplo.  Y en primavera del gozoso premio a una decisión como la de Sam.
Parece que el injerto es cosa antigua: de los chinos hace cuatro mil años. Plinio el Viejo (23-79 dC), es decir, Gaius Plinius Secundus, dos milenios después, describía el injerto de púa. Nuestro ilustre Gabriel Alonso de Herrera (1513) en su Agricultura General (tomo IV) se refería con amplitud a este noble campo de los cultivos. Y tres siglos más tarde el francés André Thouin (1821) habla nada menos que de 1.119 tipos de injertos.
Basta el enunciado de los hechos para que broten espontáneas algunas reflexiones. Me limito a dos. ¿Cuál fue la semilla que en el pensamiento de Sam le llevó a emprender el camino que le ha conducido hasta aquí? ¿En qué medida cuentan la imaginación, la decisión, la tenacidad para ello? ¿Cuánto tiempo, intentos, fracasos, vueltas a empezar… hicieron falta para llegar a un final tan asombroso? Y (esto es lo que nos importa más): ¿En qué medida y de qué modos fomentamos, en nuestro serio cometido de educadores, el afán no solo por saber, sino especialmente por emular, por imaginar, por conseguir, por luchar, por innovar, por crear, por esforzarse, por sentir que siempre hay un más y un más allá que conquistar…?    
El triunfo de Sam parece un retrato del triunfo de la unidad de los Estados Unidos de América. Es el resultado de querer ser lo que se es, buscar una tierra nueva para poder serlo, aceptar la carestía, los sueños, el esfuerzo hasta la violencia (no siempre las cosas se hacen bien), el sudor, la conquista, la aceptación de todos y la identificación de todos en una nación que no tiene nombre propio, salvo el del injerto que le ha dado vida.

Hay naciones (aparentemente consolidadas desde hace siglos) en las que la diferencia, el distanciamiento, la envidias, el asqueroso egoísmo, la trapacería, las zancadillas son fruto y retrato del alma de sus habitantes. Habitantes en los que llevar la contraria, ladrar, morder parecen ser necesidades sin las que es imposible mantener a flote la propia dignidad y prestancia.

miércoles, 29 de octubre de 2014

El amor y la muerte.

El libro de los meshalim o, como nosotros traducimos, de los Proverbios, es una corriente sabia e inteligente que ocupa un lugar respetado en el conjunto del antiguo testamento de la Biblia. Figuran en él los llamados Proverbios de Salomón, pero también, y casi en epílogo, las Máximas de Agur, hijo de Yaqué, el masaíta y las de Lemuel, rey de Masá, que le enseño su madre. Masá, que significa tentación, tiene que ver, sin duda, con Rafidim, el lugar donde el pueblo se quejó por no tener agua y Moisés la hizo brotar de la roca de Horeb.
No pertenece a la colección que comentamos el “relato rabínico” que sigue. Pero bien pudiera tenerse presente para que nuestra vida, que nos parece tan dura, pudiera verse en el fondo del corazón, como fuente del Amor, que siempre es Vida. En el libro de los Proverbios leemos (10,2):
            Tesoros mal ganados  no aprovechan,
             pero la justicia libra de la muerte.    

En el mundo han sido creadas diez cosas duras.
La montaña es dura. Pero el hierro puede romperla.
El hierro es duro. Pero el fuego puede doblarlo.
El fuego es duro. Pero el agua puede apagarlo.
El agua es dura. Pero las nubes pueden llevarla.
Las nubes son duras, pero el viento puede disiparlas.
El viento es duro. Pero el cuerpo puede resistirlo.
El cuerpo es duro. Pero el miedo puede romperlo.
El miedo es duro. Pero el vino puede alejarlo.
El vino es duro. Pero el sueño puede vencerlo.
El sueño es duro. Pero la muerte puede acabar con él.
La muerte es más fuerte que cualquier otra cosa.
Sin embargo, el amor libra de la muerte. 


viernes, 24 de octubre de 2014

El mapa del Ébola.

Los Voluntarios DOKITA, Caritas, Camilianos, Hermanos de San Juan de Dios, Médicos con África, Voluntariado en el mundo, Javerianos, Salesianos, VIS... se han sentido “Hermanos del ébola” al unir sus esfuerzos. Piden a la  sociedad, a los gobiernos, a la comunidad eclesial que no tengan miedo de la fragilidad y que escuchen a las víctimas para darles una solución más eficaz en esta emergencia que no es solo sanitaria sino humanitaria: sanidad, seguridad alimentaria, economía, relaciones sociales, discriminaciones, huérfanos… son algunos de los problemas más graves. Realizan un intenso y capilar trabajo de información y sensibilización, reparto de equipos higiénico-sanitarios, mensajes de los animadores locales, que comparten lengua, cultura, costumbres: atención alimentaria, apoyo psicológico, identificación de los casos sospechosos, cura en hospitales y centros preparados cuyo personal ha pagado un precio muy alto en vidas.
Importa tener en cuenta:
“Se muere también de malaria y de parto”: se deben reabrir centros hospitalarios cerrados por temor al ébola.
“Se muere de hambre”: faltan alimentos en el mercado, suben sus precios, no se cosecha adecuadamente, no se garantiza adecuadamente la seguridad alimentaria ni se lucha contra la malnutrición infantil.
“Se muere por ignorancia”: al desconocer los riesgos, por ignorar cómo se identifica al virus y se impone, por tanto, y se realiza una acción de sensibilización, de prevención, de marginación de focos.
Se muere de injusticia”: hay que apoyar a los gobiernos que están dando solución con respuestas de emergencia, de acción más rápida y eficaz, ofreciendo recursos humanos, materiales y económicos.
Se han unido - ¡y piden nuestra ayuda! - para actuar conjunta y coordinadamente y contener la expansión de la epidemia y dar esperanza acudiendo, compartiendo, trabajando al lado de quienes ya lo hacen.

domingo, 19 de octubre de 2014

“El de las Nabas”

De Juan Fernández, llamado El Labrador, se sabe muy poco. O casi nada. A pesar de que sus obras, del aire de Caravaggio, se buscaban para enriquecer algunas colecciones como, por ejemplo, la del rey Carlos I de Inglaterra. Fue un pintor barroco español que vendía sus obras (más numerosas las de naturaleza muerta) en Madrid y en Semana Santa, única ocasión en que acudía a la Corte, así parece, allá por los años de 1630 para arriba o para abajo. Le gustaban, sobre todo, las uvas, como ves en el cuadro que te ofrezco de entrada.
Antonio Palomino, buen pintor y justo crítico, le consideraba «Pintor Insigne», discípulo de Luis de Morales y extremeño. En el inventario del marqués de Leganés (1655) se hace referencia a un cuadro con una «porcelana de uvas, dos búcaros, unas castañas y bellotas» y se  atribuye al «labrador de las nabas». En el de Ramiro de Quiñones se citan tres cuadros del «Labrador de las navas». Y en el Museo del Prado se pueden conocer dos obras suyas.
Me ha venido el recuerdo de este singular artista, singular por muchas razones: producía arte, es decir aportaba belleza al mundo en que el que convivimos; lo hacía de un modo sobresaliente muy por encima de los muchos que hoy creen aportar belleza para el recreo y la contemplación de los que la deseamos. Me ha venido al leer una y otra vez el aire que se da en tantos lugares y por tantas personas adictas al marujeo a personas que no enriquecen ni el aire ni nada con su vida y su obra. Personas que despiertan compasión; porque lo que se airea de ellas suelen ser rasgos lamentables si no despreciables. La meta que se debe proponer un ciudadano estimable es la de su aportación para dotar al mundo y a su historia más cercana con grandeza, belleza, generosidad, entrega, altruismo.
Oí decir a un muchachito, al que le preguntaban qué le gustaría ser de mayor, que su sueño era ser una persona importante. Ese propósito encierra tan grandes horizontes que merece la pena ver si en nuestros hijos y educandos se caldea un deseo parecido. Es más frecuente de lo que pudiera parecer, aunque no lo confiesen de ese modo tan decidido. Más importante todavía es indagar el perfil de la “importancia” que desean. ¿Sobresalir? ¿Poder presumir entre los iguales, que ya no serían tan iguales? ¿Servir con algo que se intenta conquistar pero es difícil conseguirlo? ¿Ganar mucho? ¿Distanciarse de los demás o acercarse a ellos?

El mundo necesita, por encima de todo, corazones grandes que lo hagan más “mundo”, es decir, más hermoso, más limpio; más humano, más hermano.

lunes, 13 de octubre de 2014

Entre amenazas...

Como todos sabéis, entre las conclusiones del informe “Adolescentes y Medios Sociales: 4 generaciones del nuevo milenio”, elaborado por la Confederación Española de Centros Educativos con el apoyo de la Comisión Europea, aparece que el 27% de los adolescentes echa mano de Internet para acosar a amigos y enemigos y el 19% lo hace con amenazas. No es de extrañar si en nuestra sociedad un 55% de los adolescentes cree que la violencia está justificada cuando se ha sentido ofensa u hostilidad. Siete mil adolescentes de 50 colegios de España e Italia han sido consultados y las respuestas reseñadas explican que lo hacen porque han sido atacados antes.
Si tuviésemos que analizar el material con el que se construye esta sociedad en que vivimos, llegaríamos a conclusiones un poco tristes. Me asaltan algunas, aunque me alegraría equivocarme. Por ejemplo: la violencia se come en algunos hogares (¿hogares?). Porque un alimento frecuente en la convivencia familiar es el reproche, la exclusión, el descrédito… el desprecio. Y me refiero a actitudes conyugales que no se evitan ante los hijos. Desde muy pequeños los niños perciben que el carro de la familia chirría con frecuencia. La consecuencia silenciosa, pero indeleble, es que se va derrumbando poco a poco el aprecio que tenían y quisieran seguir teniendo de sus padres. Lo necesitan porque no tienen más apoyo que el de los “dioses” de su hogar.
La reacción ante la violencia doméstica (¡ojalá fuese sólo verbal!) es asumir ese estilo de familia: “Ya sé lo que tengo que hacer con el que me es distinto o no me da la razón o me lleva la contraria o me mira mal o me ha insultado o me empujó o se ha metido con…”. La regla es sencilla e inmediata: violencia contra violencia.
¿Seguimos con los personajes de la vida y la ficción, con las llamadas redes sociales, que tantas veces enredan y disocian, con los comentarios sobre el contrario, con las ganas de destruir al que no es de mi opinión, con las guerras cercanas, políticas, económicas, a veces deportivas, en las que prima defenderse a cualquier costo, luchar contra el que se me enfrente, eliminar al que no piensa como yo… 

martes, 7 de octubre de 2014

Lepanto.

"Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos estremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria".
Así se presentaba, como recuerdas, Miguel de Cervantes en el prólogo de sus Novelas ejemplares. Y evocaba el día en que perdió gloriosamente la mano izquierda mientras celebraba la victoria de la Madre de todos sobre los turcos. Porque el papa san Pío V agradecía a la Madre de la Paz y de la Luz aquella victoriosa y empezaba a llamarla Auxilio de los cristianos.
Herida que “parece fea” pero que “él la tiene por hermosa” en “la más memorable y alta ocasión que vieron los siglos ni esperan ver los venideros”.
Cuando un hombre de la altura moral, entereza varonil y gratitud espiritual de Cervantes se expresa así, se nos despiertan, en el aniversario de aquel hecho, 7 de octubre de 1571, las ganas de descubrir la nobleza en nuestros aparentes fracasos y la altura insuperable de grandeza, honor y belleza espiritual, tan poco tenida en cuenta cuando la vida se llena de dolor victorioso.

miércoles, 1 de octubre de 2014

La orilla.

Casi al final de la preciosa ópera Marina de Francisco Camprodón y Emilio Arrieta, un grupo de pescadores de Lloret de Mar, con Roque a su cabeza, cantan las seguidillas que todos recordáis: No enseñes en la playa la pantorrilla que hay muchos tiburones junto a la orilla.
Y me vino el recuerdo de haber visto hace pocos días, y vosotros lo visteis sin duda en los medios, cómo un veloz y voraz mero, casi en la orilla de la costa Bonita Springs de Florida agarró con su desmesurada bocaza a un tiburón que estaba prendido del anzuelo de un pescador.
“De la mar, el mero” dice la mitad de un dicho gastronómico conocido por todos. No sé cual será el dicho que corre entre ellos, los meros. Pero me asombró también ver la imagen de un buceador que contemplaba a un enorme mero, entre las rocas que le servían de amparo, que las debía estar pasando moradas porque tenía a un tiburón engullido a medias y no tenía manos para organizar con ritmo los platos de su banquete.
La templanza de los pececitos de colores no nos puede dejar complacidos viendo cómo nuestros hijos, nuestros educandos, se mueven con gusto en un mar apestado de insaciables tiburones. Y de meros tragamallas. Todos ellos carnívoros. Y no estoy pensando solo en esos a los que la policía trata de echarle mano en el intento de una caza en un barrio de una gran ciudad. Hace años, decíamos “¡Cuidado con las lecturas!”. Ahora no hay libros. “¡Aburre tanto leer!”. Hay tabletas. Y un mundo lejano, pero que se les mete en lo más hondo de todos los sentidos de los que más queremos, va poblando su vida en todas las direcciones. Se deforma su carácter. Porque al encerrarse en ese mundo prescinden de la preciosa (y a veces necesariamente exigente) escuela de la familia, de la fraternidad (si tienen la fortuna de no ser únicos), de la amistad, del altruismo, de la generosidad, de la entrega, de la paciencia, de la ayuda, activa y pasiva. Sufren en su criterio, porque lo que contemplan en alguna de sus pantallas es con frecuencia un esquema de vida tramado con el placer, con la violencia, con la complacencia por encima de cualquier código de vida y de conducta nobles. Carecen del ejercicio del encuentro, con la experiencia de que la vida es un proceso en el que se crece gracias o a pesar de los demás, pero siempre con los demás.          

¡Que no se te escapen creyendo que están en la orilla!

viernes, 26 de septiembre de 2014

¡Dictador!

Los romanos pusieron mucho interés en gobernar bien. Y cuenta la historia (¡cuántas cosas cuenta la historia que nos pueden enseñar tanto!) que fue Tito Larcio Flavo, de ascendencia etrusca y cónsul en el 501 y 498 aC, el que inventó la figura del dictador. Dijo más o menos: No bastan dos cónsules ni las autoridades ordinarias para regir a este pueblo en momentos difíciles de su historia, sobre todo si hay guerra o peligro de que alguien la arme. “¡Pero sólo por seis meses!” Y él fue el primer dictador en la historia de Roma. Es fácil comprender que quería demostrar cómo se usaba el invento.
A lo largo de los años se fue perfilando el nuevo papel de gobierno y su uso y los adornos que subrayaban la importancia del cargo. Por ejemplo le precedían en las ceremonias a las que asistía 24 lictores. ¡Y no los 12 que iban acompañando al cónsul! Era el magister populi y nadie podía criticar, discutir, censurar y ni siquiera pensar que se equivocaba en sus decisiones y actuaciones.
Pero porque no es este el lugar de sacar a exposición las atribuciones de los dictadores y sus circunstancias que tú, lector de estas líneas, conoces sobradamente, paso a una modesta reflexión sobre este mundo en que vivimos hoy: ¿Sigue habiendo dictadores hoy? Me permito aportar mi respuesta: ¡como hongos! Y no me refiero a que crezcan al ras del suelo, sino a que abundan en todas las instituciones, estamentos, en las clases políticas, en las clases escolares, círculos, grupos, familias, partidos, partidejos, corrientes, ciénagas, credos, políticas, economías, pensamientos, modas… Todos los que dicen que ellos tienen la última palabra son dictadores, evidentemente. Los que, en consecuencia no dejan que hablen otros, los que sonríen compasivamente ante los que no piensan como ellos. Los que dicen aborrecer las dictaduras y dicen recordar las que hubo en el pasado y de las que no tienen más idea que la que les puede dar su naturaleza de dictadores. Los que invocan la libertad que les garantiza lo que ellos llaman democracia pero que la esgrimen porque les sirve para poder ser dictadores sin que nadie les chiste. 
En este ámbito pequeño de la familia y la educación al que pretenden abrirse estas líneas hay un riesgo de revestirse del odioso papel de dictador cuando empezamos a decir: “¡Tú de eso no tienes idea!·”, “¡Lo he dicho yo y basta!”, “¡Se acabó!”, “¡He dicho una y mil veces que…!”,  y hasta “¡Pa ti la perra gorda!”.

domingo, 21 de septiembre de 2014

El olor del dinero.

El subsidio o, al menos, algunas clases de subsidio, eran un derecho en la Roma imperial. Y antes del imperio. Es y era el modo de tener contento al pueblo. Fue (y ruego a los enterados que me corrijan) Cayo Sempronio Graco el que desde 123 a.C. empezó a dar de comer gratis a un colectivo bastante amplio de ciudadanos. Tres siglos más tarde el emperador Aureliano daba pan, vino y carne de cerdo. Y tuvo que levantar las murallas de ladrillo que conocen los que visitan Roma por miedo a los bárbaros. El esplendor del imperio se vino abajo por sus dispendios, no por los bárbaros. Que también llegaron.
Pero hubo quien, por otra parte, presionaba con impuestos. Uno de estos, llamativo hoy hasta cierto punto por lo extraño, fue el vectigal urinae para las fullonicae, es decir, los batanes o lavanderías y tintorerías. El ácido úrico era, parece, un detergente muy estimado. Eso se le ocurrió a Vespasiano (los urinarios públicos actuales de Roma siguen llamándose vespasiani). Y su hijo Tito le reprochaba que no era muy noble esa iniciativa (así lo dice Suetonio en el capítulo 23 de la Vida de Vespasiano). Pero Vespasiano le convenció de un modo muy definitivo. Le hizo oler una moneda mientras le decía algo así como “¿Huele mal?”.

Vivimos, vamos hacia adelante (o hacia atrás) pidiendo, exigiendo, procurando que el ocio y la técnica nos libren de esfuerzos, procurando que la moda y la envidia nos vistan mejor, llenando de inutilidad lo que nos dicen que hoy es imprescindible, haciendo de la existencia una cadena (que nos ata, ¡y cómo!) de subvenciones, pretensiones, concesiones, halagos, lujos, vacíos… Y por otra parte, y cada vez más, mientras acusamos a los demás de corrupción, nos bañamos en un dinero cuyo olor no nos importa. Seguimos acusando, pero con poco acierto en el tiro, porque dejamos de preguntarnos si huele mal el dinero que manejamos nosotros. No porque lo hayamos robado (o sí), sino porque no hemos hecho mucho esfuerzo en nuestras vidas y en la educación de nuestros hijos por saber que muchos de nuestros gastos son un insulto a la dignidad humana, al sentido común, a la justicia y al amor.

martes, 16 de septiembre de 2014

Una empresa.

Ya se sabe. Una empresa es una iniciativa (empresa viene de emprender, comenzar…) que busca producir bienes de uso o consumo. Pretende prestar un servicio público y social y facilitarlos a quien no puede llegar a tener esos bienes con sus propios medios. ¿Quién se hace un coche para transportar mercancía o para viajar? Hay empresas que los fabrican y a ellas se acude ¡Elemental! Y del mismo modo que el que transporta en su camión fruta al mercado y así se gana la vida y trata de ahorrar para mejorar su flota, lo hace el que la vende. Generalmente (¿y por qué no todas?) las empresas se hacen para producir riqueza para sí mismas que revierte en el bienestar de la sociedad en las que se mueven. Una sociedad que no alienta la existencia y el trabajo de los emprendedores es una sociedad que se ahoga a sí misma.
Hay también empresas u organizaciones que buscan alentar la cultura. Otras, la dignidad de los ciudadanos o, al menos, de los socios que las forman. Otras, la belleza, el arte, el deporte...
Los que leen estas líneas se mueven con el grato recuerdo de Don Bosco. Saben que fue un sacerdote que se entregó a los muchachos arrinconados de Turín. Vivió con ellos y aprendió de ellos. Y ellos aprendieron de él a ser buenos cristianos, es decir, capaces de amar. Y honrados ciudadanos, es decir, capaces de mejorar la sociedad en la que vivieron.
Los que leen estas líneas saben que estamos celebrando el segundo centenario del nacimiento de ese generoso emprendedor (16 de agosto de 1815), ese pobre hombre y rico creyente que, en la visita a los muchachos amontonados en la cárcel, quiso hacer para ellos y para todo el que lo siguiese una empresa. Una empresa de bienes, pero no para el uso ni el consumo, sino para la dignidad de la vida y la grandeza del amor. Es decir, una empresa de santidad.         
La iglesia católica tiene para algunos de ellos títulos clásicos que los proponen como ejemplos de ese negocio de amor: nueve santos (el mismo Don Bosco, María Mazzarello, colaboradora suya en la fundación de las salesianas;  Domingo Savio, un joven valiente y excepcional en amar y servir; Luis Versiglia y Calixto Caravario, asesinados por defender la dignidad de unas muchachas; y cerca de ellos José Cafasso, Luis Orione, Luis Guanella y Leonardo Murialdo) más ciento doce beatos, once venerables y veintinueve siervos de Dios.

Y a la cabeza de todos ellos, la madre de Don Bosco, a la que con toda razón llamaban los huérfanos y pobres muchachos del arroyo y seguiremos llamando nosotros Mamá Margarita.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Quokka.

Este es el quokka. Seguramente tienes uno en tu casa y en ese caso esta presentación es inoportuna. Pero si tú (otro “tú”) no lo tiene o no lo conoces, déjame que te lo presente. 
Parece que fue el marinero holandés Samuel Volckertzoon el primero que lo vio en una isla del suroeste de Australia en 1658. Creyó que era un gato salvaje. Se ve que lo vio mal, porque su morrito de ardilla, su porte de pequeño canguro o su aspecto de rata bien alimentada distaban mucho de los rasgos de un felino. Al año siguiente Willem de Vlamingh llamó Rottnest, es decir, «nido de ratas» en holandés, a esa isla en la que el quokka vive todavía. 
Sonríe feliz porque tiene a su alcance hojas, tallos y cortezas de muchas plantas que abundan en esas islas. Pero tal vez no sepa que los entendidos le han puesto en la  lista roja de los animales en extinción. Este pequeño canguro necesita (y cada año lo encuentra menos) un bosque donde refugiarse: la agricultura es un ansioso enemigo. Se sube a los árboles que puede. Pero no lo suficiente como para que las zorras, los perros, los mismos gatos con  los que lo confundió Volckertzoon, y los dingos no lo alcancen. Son naturalmente pacíficos, confiados, cariñosos... Se dejan querer. Les gusta, ¡les encanta!,  lo que los niños (y los grandes) que los encuentran les dan con generosidad: pan. Está prohibido hacerlo y multado seriamente, pero ¡es tan agradable saltarse la norma…! Y ese cambio de dieta está acabando con ellos. No están hechos para el pan.

Parece que es difícil que se piense bastante en el mal creciente y profundo, irremediable muchas veces,  que mina la educación que reciben nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Para que “no sufran”, para que “estén contentos”, para que “lo pasen bien”, para que “nos dejen en paz”, “porque tienen derecho”, para que… cambiamos la dieta del ser humano, programado para la acción, para el trabajo, para la emulación, para el esfuerzo, para la superación, para el servicio, para la construcción de un mundo sólido, para la solidaridad, para la renuncia, para el dolor cuando llegue, para el amor… y hacemos de ellos máquinas gripadas de pistón, de rodamientos, de culata… apenas salidas de la cadena de producción que pueblan un parque de semovientes que no saben hacia dónde deben ir o forman parte de un rebaño que va detrás del que va delante.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Redondo.

La película En busca del arca perdida nos dejó ver alguna de las trescientas misteriosas esferas de piedra del Delta del Diquís. La más grande pesa así como dieciséis toneladas y su diámetro mide dos metros. La zona del Delta está modulada, como sabes, en la costa del Pacifico de Costa Rica, por las aguas de dos ríos: el Diquís o Grande de Térraba, que reúne las aguas de muchos otros ríos que bajan de la cordillera de Talamanca; y el Sierpe, menos  importante y caudalosos (con los ríos pasa lo que con los hombres: unos, mucho y otros, poco) porque nace en una laguna relativamente cercana. La fauna y la flora que en su entorno son asombrosamente ricas y llamativas.
En este lugar alentó hace cinco mil años, una cultura espléndida en política, religión, comercio, arte, agricultura, metalurgia, artesanía del oro, alfarería, escultura en piedra de hombres y mujeres de hasta dos metros con raros tocados de los que sabe muy poco y de los que se supone todo, que es lo que se hace cuando no se sabe.
Y dada esta noticia, probablemente conocida por ti, lector, vamos a la moraleja. ¿Qué movió a labrar esas esferas pasmosas? ¿Para qué? ¿Quién ideó ese universo extraño que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo? ¿Y con qué instrumento se pudo hacer el cálculo de su trazado perfecto y el labrado de su volumen?
Esas preguntas o, al menos, algunas de ellas, nos pueden trasladar a una esfera muy cercana a nosotros. La educación de nuestros hijos nos plantea este sabio interrogante: ¿Me ha salido redonda mi tarea de “labrar” a mis hijos? O, más importante todavía,  ¿me preocupa el trabajo de educación que estoy realizando? Es verdad que yo soy un factor en ella, pero un factor indispensable, precioso, decisivo.
Los hijos se parecen a los padres. Pero no es el parecido, físico o psicológico, el que interesa por encima de otros. Hay un mundo de valores en la vida que la dignifican, la enaltecen, la elevan sobre la mediocridad y la ordinariez.
Una obra de arte es fruto del esfuerzo físico estético o moral de su autor. Pero la obra de arte que conduce a la “creación” de un hombre magnífico, que es la meta de mi entrega, exige que su autor sea modelo en esos valores que lo plasman.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Hace dos siglos...

Francisco Luis Bosco nació, vivió y murió en una de las habitaciones del piso bajo de esta casa, la cascina Biglione, en la colina llamada dei Becchi, de Castelnuovo de Asti. En ella nacieron igualmente sus hijos: Antonio (2.2.1808) y Teresa (16.2.1819), de su primera mujer Margarita Cagliero; y José (17.4.1813) y Juan (16.8.1815) de la segunda, Margarita Occhiena.
Cuando el pasado día 15 de agosto el Rector Mayor de los Salesianos, don Ángel Fernández Artime, décimo sucesor del santo padre de los jóvenes, Juan Bosco, proclamó abierto el año del bicentenario de su nacimiento, recordó un bello texto del primer artículo de las Constituciones de la Sociedad Salesiana: “…el Espíritu Santo suscitó, con la intervención materna de María, a San Juan Bosco. Formó en él un corazón de padre y maestro, capaz de una entrega total”.
Nadie sabía aquel lejano 16 de agosto de hace dos siglos cómo era el corazón del niño que, al nacer, acababa de hacer feliz a su familia.
Pero la entrega total de un padre, que murió setenta y dos años más tarde. fue el fruto de una promesa hecha y bendecida por Dios, que llenó su vida. El 30 de diciembre de 1886, un año antes de morir, ya muy postrado de fuerzas, intentó bajar de su habitación, donde estaba recluido por prescripción médica, para confesar una vez más a sus muchachos. Su joven secretario, enfermero y cronista de aquellos últimos meses, Carlos Viglietti, escribió ese día: “... sonriendo después, me tomó de la mano y me dijo: Querido Viglietti, si ni siquiera confieso a mis jóvenes ¿qué me queda para hacer por ellos? Prometí al Señor que hasta el último aliento de mi vida sería para mis pobres huerfanitos”. 
A su promesa debe seguir la de todos los que hemos sentido latir el corazón en sintonía con el suyo. Como nos dice el Rector Mayor, “nos sentimos más animados no solo a admirar a Don Bosco, no solo a darnos cuenta de la actualidad de esta grandísima figura, sino también a sentir con gran fuerza el irrenunciable compromiso a IMITAR al que, desde estas colinas, llegó hasta la periferia de Valdocco, y también a la periferia rural de Mornese, para ampliar con él y con otras personas su deseo de buscar el bien de los jóvenes y de que cada uno de aquellos muchachos y muchachas pudiese ser feliz ahora y por la Eternidad.